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18 de septiembre de 2017

Estoy bien (nueva canción)

Fueron ocho meses sin publicar nota alguna. A mediados de enero de este año, mi rol de vida como artista musical se vino a su mínima expresión. Primero me desconcentraron varios conflictos personales (cuatro, si los cuento; demasiados para alguien que nunca los tiene). Luego, los cuatro meses de protestas en calle para lograr un cambio de gobierno urgente que no ocurrió como se esperaba, me consumieron física y mentalmente en un grado extremo.

En lo que va de 2017, sólo he pisado escenario en una oportunidad. Esto y la preproducción de un concierto tributo a Rush que debió suspenderse por los peligros y la falta de ánimo en un período de asesina represión dictatorial, han sido prácticamente mis únicas tareas en torno a presentaciones. El año ha sido horrible, lo podrían decir.

Hay agravante: la crisis económica y social, aparte de la política. Todo prójimo a mi alrededor tiene como principal preocupación evitar que él y sus seres queridos se mueran por hambre, enfermedad o asesinato. Podría detallar la gravedad de la situación en mi país, pero ya está descrita en sitios de noticias por doquier, e incluso a través de fotos que he publicado en mi perfil de Instagram y de reclamo verbal en Twitter; no quiero redundar con lo trágico.

Lo que sí quiero es dejar claro que todo me afectó al punto tal de ponerle un cobertor al piano y no volverlo a tocar. Si bien intenté siempre inspirar fortaleza y optimismo en días crueles, después de compartir palabras de aliento y solidaridad, al final de cada jornada de batalla urbana, me cacheteaban la falta de paz; los pulmones irritados por el gas lacrimógeno podrido; la piel quemada por el sol que acompañaba cada kilómetro de marcha arriesgada que me castigaba músculos y nervios; el saldo de mis ahorros haciendo dieta en la bóveda del banco; la desesperanza y el temor en la mirada de mis padres; la ansiedad y el llamado silente de protección velados en los juegos de mi hijo conmigo; el grito callado repentinamente de jóvenes que cayeron asesinados a metros de mí.

22 de febrero de 2016

Si no estás (Episodio 3)

¡Vaya historia larga y lenta! Esta canción, Si no estás, la comencé a crear en 2009 y, por supuesto, me puse a contar sobre la inspiración detrás de ella y su realización en notas anteriores (Episodio 1 aquí, y Episodio 2 aquí).

Motivada por y para Melissa Munster, después fue difícil para mí continuar la producción con ella. Ambos nos ocupamos en otros proyectos y compromisos, y el tiempo fue dejándome la idea en el tintero, en especial por otras razones que no quiero mencionar para no hacer apología de la excusa.

Hoy redescubro un nuevo demo que sí llegué a materializar para mejorar el que publiqué en el episodio anterior. Es la fotografía de esta canción en el año 2011. Sólo unos cuantos allegados lo han escuchado y siento ahora que es un desperdicio no compartirlo con más gente. Inicialmente quise guardar la grabación con cierto recelo porque quería esperar a tener las voces de Melissa, pero después de los sustos que viví por mi salud el año pasado, se me hace más urgente no dejar mis canciones en las gavetas (o, menos metafóricamente, en discos duros que el tiempo puede afectar).

Hoy quiero mostrarles la canción entera, como ha quedado hasta ahora y como nueva motivación para llevarla a vencer ese reto que tengo de terminarla junto a una artista que de vez en cuando me recuerda que no debo abandonar, pues si no estoy, no seré. Ella aún no está, pero sigue siendo.

Aquí la dejo para ustedes. Se les quiere.


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Notas relacionadas:

30 de mayo de 2011

Mi semana musical (Mayo 30, 2011)

- Hice disponible para descarga gratuita un archivo mp3 de la canción que terminé hace unos días, Celebración. Esta versión es preliminar. Tiene detalles que quiero mejorar antes de lanzar la versión definitiva como parte de mi próximo álbum Pasado Mañana / Dos.

- Un jingle publicitario para TV que hice para un conocido (por conocido, no por el trabajo), fue aprobado por el cliente sin acotar cambios ni nada. Es algo que me sorprende porque la última vez que hice un jingle fue hace unos 20 años. ¡Aún me salen bien! Si quieren que les haga uno, me pueden... Nah, yo no me dedico a eso, jajaja.

23 de mayo de 2011

Celebración (Episodio Final)

La historia del hombre del maletín

Un buen día, un hombre renunció a todo por una razón que creía loable, más justa y considerada, más coherente con su persona y sus sentimientos, y como consecuencia de decisiones que le parecieron erradas y de algo que dentro de sí se había volteado para siempre.

Dejó su casa; ya no subió más al auto que solía conducir; ya no usó más la ropa que tenía en un clóset repleto. Sus libros y sus discos ya no importaron. El cómodo sofá en el que podía disfrutar de una bebida reconfortante mientras veía la película del momento con sonido envolvente, dejó de ser relevante. La cama con aquel colchón enorme y perfecto. El refrigerador bien abastecido. Nada de eso valía ya.

10 de diciembre de 2010

Celebración (Episodio 1)

Hace un par de semanas la inspiración me atrapó mientras veía una película de Woody Allen, un director que me gusta mucho. Mientras disfrutaba de la siempre disfuncional relación de Allen con Diane Keaton, hice mi ejercicio mental para conseguir los versos de una canción que decidí titular Celebración:

tengo aire y tengo agua
tengo alma y el deseo
tengo magia y tengo fe
tengo hoy y tengo tiempo

tengo pan y tengo pulso
la luz y el desafío
el paso y el comienzo
y gente que quiero conmigo

es mucho
es tanto

tengo tierra y tengo fuego
tengo el mapa y los motivos
frente a mí un futuro incierto
mis relatos y mi sitio

es mucho
es tanto...

En el 96 hice un tema que llamé Mucha gente, una oda a tantas personas que llegaban a mi historia como producto de mis trabajos como artista. Llegué a grabar la música, pero la letra la perdí, así de sencillo, y nunca la terminé. Desde entonces, tenía pendiente hacer algo que sirviera de agradecimiento. Soy un eterno agradecido. Doy gracias por cada segundo mío y, en especial, por cada segundo que alguien pueda regalarme.

También celebro tener todo lo mínimo que necesito para vivir feliz, que para muchos quizás será muy poco. Celebro haberme dado cuenta de ello: es tanto lo que sobra y lo que requiero ya lo tengo. Así que por ese camino me fui al comenzar a escribir esta nueva letra.

Pero esa noche, en compañía de Woody, llovía a cántaros en mi ciudad, y llovía el cielo entero en otras tantas. Casas empezaron a caer y gente empezó a perder mucho: su vida, la de esfuerzos y la que hace latir al corazón.

Es cuando a alguien como yo se le rompe algo dentro, porque el agradecido sufre un poco cuando otra persona no tiene aquello que puede agradecer también. Siendo yo un músico --no un médico, un bombero o un alcalde--, lo que hago se volvía ahora tan superfluo, trivial, irrelevante, al ver de cerca que la gente tiene otras prioridades más vitales. En consecuencia, dejé la nueva canción a un lado y entré en ese raro luto solidario en el que la consideración es lo primero.y el hacer música con tono festivo provoca culpa.

¡Craso error!

Al poco tiempo, recordé lo que se discutía en un foro de músicos estadounidenses a los pocos días de la tragedia del World Trade Center en Nueva York en 2001. Ahí leí, aparte de las obvias expresiones de rabia e impotencia, a quienes decían que en su país más que nunca hacía falta medicina para el alma y que la música era ideal para ello; que salieran a tocar, a cantar ese enfado, ese dolor, esa necesidad por esperanza, ese consuelo buscado.

Y hace unas horas agarré la guitarra y comencé a ponerles melodía a las estrofas que estaba componiendo, y me emocioné al extremo, porque la letra adquirió otro sentido. Si de verdad celebro lo que digo celebrar, debería poder hacerlo aun cuando mi casa desapareciera o mi vida se volviera más frágil. Además, muchos como yo seguro sienten lo mismo, y al recordar lo que en realidad debe tener valor, nos sensibilizamos más si otros adolecen de ello.

Es cuando salimos a ayudar al prójimo.

Ahora es época de Navidad, cuando tantos celebran, lo que sea, lo logrado, lo habido, lo que hay, lo que se es, de donde se viene; y este es mi momento para crear esta canción. De inmediato, encendí un grabador, le conecté un micro, la guitarra, y comencé a registrar lo que me había salido, sólo para dejar la idea espontánea y el boceto con el cual terminar luego. Aquí les dejo un extracto de lo que quedó, crudo, sin ensayo, con errores, sin retoques, sin ediciones, como si estuviera cantando en el estar de su casa; sobre todo porque hay otra cosa que celebro: saber que, para hacer música, no necesito mucho.

Disfruten, y agradezcan lo que son y lo que tienen.

Celebración, por luiser

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Notas relacionadas:

20 de octubre de 2010

Todo o nada (Episodio Final)

Hay cosas que no se pueden dar o hacer a medias. Ser padre o madre es un rol que debe ser a plenitud, por ejemplo. Y si no puedes amar con respeto y confianza total, es mejor que te apartes. Si no hay sinceridad, mejor callar. Si no hay atención, mejor ignorar.

Se tiene fe o no se tiene; los medio creyentes son contradictorios y ambiguos. Se acepta o se rechaza; se quiere o no se quiere; un "quizás sí" o un "quizás no" lleva a poco, a algo insuficiente. Si ofreces, entrega por completo. Si deseas algo, pídelo todo, busca obtenerlo por entero. ¿Eres medio amig@? ¿Eres medio profesional? ¿Medio amante? ¿Medio hij@?

Hace tres semanas, comencé a crear esta canción, que terminó siendo una invitación a alimentar una relación, de cualquier tipo. Con pocas palabras, trato de pedir lo mismo que pretendo dar sin cortapisas. Es un sencillo llamado a la acción para tenerme cerca.

entiéndeme, tolérame
confiésame, modérame
descúbreme, concédeme
libérame, alíviame
decrétame, apréndeme
declárame, exígeme
recíbeme, altérame
celébrame, inspírame

Como la canción pide todo, había que darlo todo, y más que nunca quise concebirla en absoluto sin ayuda de nadie. Quise tocar y cantar con todo lo que tengo y, de mis trabajos solistas, este es uno de los más solitarios. Las ideas, las manos y las voces en esta grabación son las mías; y si hay algo que no guste, de nuevo soy el único responsable.

Y he disfrutado muchísimo la creación, por el reto, por la inspiración inesperada que no me detenía, por la bendición de poder hacer otra vez música sin limitaciones, sin depender de otros; por la fluidez del proceso y por lo espontáneo que fue todo.

Ahora está aquí, toda para ustedes y por algo a cambio: compártanla si creen que merece otros oídos. Mi cariño y agradecimiento para todos.

P.D.: El de la foto soy yo, de un año, cuando papá me llevó a la playa por primera vez.



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6 de octubre de 2010

Todo o nada (Episodio 1)

Sábado
Inspiración súbita
Piano eléctrico
Música inmediata
Canciones recientes:
letras muy nutridas
Canciones recientes:
canciones muy largas
Versos lacónicos mejor
Lírica minimalista esta vez
Muchos verbos esdrújulos
Tópico: entregar todo
Ofrecer todo
Sin medias tintas
Nada a medias
Sustancia
Abundancia
Como debe ser
Toda relación
La que sea
Ritmo frenético
Melodía lenta
Exigente para mi cansada voz
Lunes
Canción con forma
Martes
Primera grabación de prueba
Miércoles
Entrego
Lo que hay de letra
Lo que se puede mostrar
De la maqueta
Falta por terminar
Pero lo que hay
Está aquí todo
Para ustedes
Todo o nada:

entiéndeme
tolérame
confiésame
modérame

descúbreme...
concédeme...
...todo o nada

libérame
alíviame
decrétame
apréndeme

declárame...
exígeme...
...todo o nada
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8 de septiembre de 2010

Si no estás (Episodio 2)

A medida que pasan los años, me demoro más para terminar una canción. Cuando comencé de jovencito a componer, a veces tenía temporadas en que podía hacer una tonada a diario. Ahora pienso y repienso cada nota, cada acorde y cada ritmo, y me puedo tardar meses o años en concluir una idea.

No es que ahora me obsesione más el ser original o perfeccionista; es que después de tantos años escuchando y tocando de todo, me es más difícil crear algo que me suene fresco, desafiante y sensible. Todo me suena a dos mil canciones que he oído por ahí, o a cosas incomprensibles que no me hacen sentir nada.

Me pasó en un principio con Si no estás, un tema del que les hablé hace más de un año. A pesar de la que considero una bonita historia detrás de la canción y de lo emocionante que es la iniciativa de grabarla con Melissa Munster a distancia, más lento no he podido trabajar para materializar el proyecto.

Varias veces me sentaba al piano y me salían cosas que me gustaban, pero después de horas, me hastiaba. No buscaba los acordes perfectos ni la melodía inolvidable. Yo buscaba algo que le es muy difícil describir a un compositor. Es esa combinación de cosas que podríamos escuchar 100 veces seguidas sin aburrirnos y con el mismo sentimiento.

Adapté la letra para que tuviera otra rítmica y el asunto mejoró, pero aún no daba con el estilo. ¿Una balada? ¿Algo a medio tiempo? ¿Rock & roll? ¿Qué le gustaría cantar a Melissa? ¿Qué podía hacer que no chocara con su personalidad como artista? ¿Cómo conciliar mi persona con la de ella sin tenerla al lado? ¿Cómo expresar sentimientos de frustración y tristeza, y a la vez provocar una sonrisa?

Ah, y la melodía que me saca la lágrima. La mayoría de mis canciones tienen al menos un par de segundos que me provocan una lágrima. No es exageración y quizás lo que he grabado no les provoque algo similar, pero es una exigencia personal. Si la canción tiene ese mínimo instante que me conmueve, la grabo. Si aún no lo tiene antes de encerrarme en el estudio, busco crearlo. Si falta en definitiva, la canción pasa a ser de esas que llamo "de entrenamiento" y nadie más la escucha.

A la 1 de la mañana del domingo pasado, probé de nuevo y pasó. La lágrima...

En la tarde empecé a grabar y no me quise detener más. En la noche estaba ya haciendo escándalo con la batería. No quería dormir. El lunes, el bajo eléctrico y la lágrima se acompañó de sonrisa. Quería grabar la voz, dejar la melodía; pero he estado padeciendo de ronquera y tos desde la semana pasada. No me importó. Sabiendo que no sería una interpretación satisfactoria, no usé mi mejor micrófono; no me importaba la calidad de la grabación; sólo quería grabar. Ya eran las 11 de la noche y no estaba cansado. Mientras me tomaba algo, me comuniqué con ella en Twitter:
¡Mel, estoy grabando la canción en la que te quiero! Creo que es una de las mejores que he hecho en mi vida. ¿Aún quieres grabar conmigo? Sé que me he tardado.
El martes amanecí con una canción nueva y esperando la respuesta de mi co-intérprete, y llegó. Que sí, que se la enviara. Y la envié, y entonces me percaté de un detalle: ¡¿Y SI NO LE GUSTA?!

Mientras esperaba su feedback, me permití maravillarme de nuevo con el proceso. No conozco en persona a Melissa; ni siquiera sé de qué le gustan los tacos, y mucho ignora ella de mí también. Pero allí estaba yo experimentando lo mágico de crear algo muy mío y sentido para luego hacerlo volar a un rincón desconocido en México, en minutos, a la única otra persona que ha escuchado esta canción hasta ahora; una extraña que no lo es tanto, porque la conexión musical está.

Y le encantó. Le gustó mi versión cruda, ronca y desafinada, sin retoques de estudio. Son momentos así que me recuerdan lo tanto que adoro mi oficio.

Ahora es cuestión de coordinar agendas para seguir con la producción. Melissa es muy activa con su música y yo sigo en tantas cosas también, en especial ahora que estoy promoviendo mi nuevo disco. Pero sigo con la confianza --que es la de ella también-- en que resultará algo que nos gustará y que la gente apreciará.

Canciones abundan, y esta no es sino otra más, pero es mía y hay magia detrás de ella, y es lo que celebro y comparto con ustedes, que son quienes motivan y me acompañan del otro lado. Aquí les dejo una pequeña muestra de la maqueta que escuchó Melissa. Cuando la canción lo decida, se volverá versión definitiva y entonces la escucharán toda. Gracias siempre por estar allí.

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Notas relacionadas:

28 de julio de 2010

Nueva canción: Como siempre

1993: En sus shows en vivo, para los cuales yo era músico acompañante, Carlos Jaeger hacía un intermedio más íntimo en el que cantaba con su guitarra completamente solo en escena. Una noche, interpretó Como siempre y me olvidé de que yo era parte del espectáculo. Durante esos tres o cuatro minutos, fui público suyo también y me dejé cautivar por la armonía y la letra de una canción que yo siempre había querido componer.

1994: Me vi grabando Como siempre para el segundo disco de Carlos, Claroscuro, con un arreglo que giraba en torno a mi acompañamiento en piano eléctrico; y terminó siendo una de mis canciones favoritas de ese disco.

1995: Estaba yo pre-produciendo mi segundo álbum y no me aguanté:

luiser: Carlos... quiero versionar Como siempre...
Carlos Jaeger: Dale...

Y comencé a hacerle mi arreglo particular, pero nunca lo terminé porque la posibilidad de producir el disco se había disipado, y todo, TODO, lo engaveté.

Junio 2010: Carlos me llama y me dice que me quiere de nuevo a su lado en escena, y pautamos ensayos. Una de las primeras canciones a adaptar al nuevo formato de la banda es, sí, esa, Como siempre.

Julio 24, 2010: Repasando la tonada en mi estudio, con toda la agenda del día libre, los versos me gritaron que los grabara y ya nada me detuvo. En un momento de casi revelación para mí, escuché de repente todo el arreglo en mi mente y corrí a encender sintetizadores y a sacar los micrófonos. Después de diez horas de encierro, 15 años después, me adueñé por fin de la composición de mi amigo y el resultado se lo envié como un mp3 a través de email.

Julio 26, 2010: Carlos aún no me había comentado nada sobre mi aventura de versionarlo, hasta que lo visité para ensayar un poco. Al abrirme la puerta, su saludo fue un emotivo abrazo y un halago a lo que había escuchado. Él no lo sabe, pero fue una tarde feliz para mí.

No me gusta hacer canciones de amor; ya no van conmigo. Me parece que todo se ha dicho, que ya más nada del tema se puede explorar, así que siento que sería como llover sobre mojado. Sin embargo, en esta canción hay una mezcla de miedo con masoquismo, derrotismo con esperanza, pasividad con actividad, el conflicto con un alter ego, el deseo a pesar del dolor, y el mensaje velado de que se trata de alguien que quiere seguir intentando vivir a plenitud. Es la razón quejándose de la emoción y, aun así, sucumbiendo a ella, resignándose a que tiene que lidiar con ella. Aquí no se le canta a un ser amado, sino a la lucha interna de quien ama temiendo a la vez. Es una canción que me parece de gran confección porque todo lo dice con pocas palabras y en un bello tono reflexivo.

Y a esas pocas palabras, poca instrumentación basta; por eso escucharla con sólo una voz y una guitarra esa noche en 1993 fue suficiente. Una canción minimalista para una realidad minimalista: para amar sólo hace falta querer amar. Aquí está mi versión.



Como siempre

No sé qué hacer con este amor grande y feroz
Dueño de mí, dispone de mí impunemente
Me dice: Ve, arrójate
Yo esgrimo mis excusas como siempre
Después de oír, me empuja al fin
Y aquí sigo rodando como siempre

No sé qué hacer con este amor derrochador
Decide apostar y si no es ganar, todo lo pierde
Le digo: Ven, modérate
Mis sentimientos urgen reponerse
Me va a matar, pues al voltear
Lo veo lanzando dados como siempre

Le digo: Ven, modérate
Mis sentimientos urgen reponerse

No sé qué hacer, tal vez ceder
Y así seguir sus pasos como siempre
Licencia de Creative Commons
"Como siempre" de Carlos Jaeger está bajo una licencia Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivs 3.0 Unported License.

5 de mayo de 2010

Déjame en paz (Episodio Final)

Hay antibióticos que no tolero y me provocan vómito y, despistado como soy a veces con esas cosas, olvido la posibilidad del efecto secundario hasta horas después de tomarlo. Es cuando me da rabia recordar que es absurdo que un tratamiento sea peor que la enfermedad.

En mi opinión, mi país está tomando un antibiótico similar desde hace años. La intención en un principio pudo ser buena, pero el medicamento no lo toleramos y se ha vuelto más bien venenoso. Y es lo que pretendo sacarme del organismo con Déjame en paz, canción que al fin puedo estrenar para ustedes hoy.

Son varios los sentimientos: dolor, enfado, hastío, impotencia, cansancio, por un lado; por el otro, necesidad de recobrar la fe en lo que en realidad queremos ser, en lo que éramos antes de esta nueva pesadilla. Más que un reclamo dirigido a un hombre, o a un grupo de personas, es antagonía a una noción básicamente infructuosa, a un método absurdo y ya sin fundamentos loables. Más que una queja histérica, es una descarga optimista.

De allí surge esta tonada que parece al menos dos canciones en una, la expresión de un punto de vista personal ante el cual espero mente abierta y por el cual no debería temer retaliaciones (como, de hecho, algunos músicos temieron al decidir que no participarían como instrumentistas invitados).

Soy el responsable de la producción y la ejecución de todo en esta grabación hecha en mi estudio personal, y eso me da también orgullo (y si hay algo por lo cual crean que no debería sentirme orgulloso, al menos ya conocen al culpable). Sin embargo, agradezco públicamente a un par de guitarristas fabulosos, Rodolfo Betancourt y Nicky Scarola, por su disposición a participar, a pesar de que las agendas se volvieron en contra.

Bueno, al grano. Escuchen y compartan, si les apetece. Gracias siempre por el apoyo que me regalan sin pausa ni condiciones.



déjame en paz, revolución
porque yo no te entiendo
porque me harté del desprecio
deja en paz a mi gente con ganas
deja en paz a mi gente con sueños

déjame en paz, revolución
me estás quitando futuro
porque en tu atraso me hundo
dales paz a mis niños, mi alma
un descanso a mis viejos, mi anhelo

quisiste hacer y no hiciste
quisiste hablarme y no dices
ya no eres guía y no dejas hacer
me frustras y violentas mi ser

necesito esperanzas
y quiero volver a amar
necesitamos más vida
y nos queremos amar
en este sitio tan grande
que hemos parido juntos
que hemos sudado juntos
no para ti

déjame en paz, revolución
pues mi verdad no es la tuya
y la tuya no es mía
mi identidad aniquilas, oye
para a tu imagen hacerme entonces

déjame en paz, revolución
me amargan tu ira y veneno
tomas lo que es mío y merezco
y me agredes, no me cuidas
y nada te vale mi vida

me insultas y denigras
me anulas y me aislas
ya amenazas no quiero
y me urge curarme el miedo

pues necesito esperanzas
y quiero volver a amar
necesitamos más vida
y nos queremos amar
en este sitio tan grande
que hemos parido juntos
que hemos sudado juntos
no para ti

déjame en paz, revolución
quiero a mis héroes de vuelta
y que me tomen en cuenta
sin alienar mi destino
sin imponerme el camino

paz, por Dios, paz, revolución
ya no me llames traidor
por reclamarte la acción
porque no das pie con bola
y un protestante te estorba

buscas millones de almas
y la tuya nunca das
lo que me quitas regalas
y si te ruego, no estás

necesito esperanzas
y quiero volver a amar
necesitamos más vida
y nos queremos amar
en este sitio tan grande
que hemos parido juntos
que hemos sudado juntos
no para ti

que hemos parido juntos
no para ti
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Notas relacionadas:

23 de marzo de 2010

Déjame en paz (Episodio 3)

Hoy estoy escribiendo el guión para el video de Déjame en paz, una canción que debo terminar de producir en un par de semanas, y recordé que algunos fans me han pedido que muestre cómo es la producción de un tema mío. Muchos tienen curiosidad sobre la manera en que suena una canción cuando "aún no está lista" (un estado tan relativo); así que tomé una versión inconclusa, con la instrumentación a medias y una voz que grabé sólo para referencia (algo desafinada), y la comparto aquí para quien gusta de "entretelones". Es sólo un extracto que se acerca a lo que quedará como resultado final. Estén atentos a la publicación pronto. Mi cariño siempre.

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Notas relacionadas:

3 de diciembre de 2009

Nueva canción: Contacto

[Esta nota la publiqué originalmente el 3 de diciembre de 2009 y por un error técnico se había perdido de los archivos junto a otras dos. Ahora la restituyo por el especial significado para mí.]


Quieres tener cerca a alguien que no ves en mucho tiempo o que no has visto nunca en persona, y por fin se te da, por fin la sientes; y la ocasión es como para lanzar cohetes al cielo porque quieres celebrar momentos así en que la vida sonríe y te recuerda que hay motivos. Es requisito básico para ser feliz: tocar en todos los planos a la gente que inspira tu magia, la recibe y te la devuelve amplificada.

Después de meses de sequía musical para mí, la marea ha vuelto a subir lo suficiente para llevarme olas a la costa, y el agua me trae canciones. Hay algunas a medias; hay otras que son sólo un título en la mente; pero hubo una que surgió de la noche a la mañana hace unos días, en uno de esos instantes en que más he querido festejar la existencia de alguien dentro y alrededor de mí.

Algo que he asimilado este año es que en realidad no nacemos cuando salimos del vientre de nuestra madre. Nacemos cuando hacemos contacto con alguien que nos comienza a sentir. Por supuesto, cuando vemos el mundo por primera vez, la mayoría tenemos la suerte de ser recibidos por quienes quieren ese roce de inmediato; pero la vida es también una sucesión de renacimientos que ocurren a medida que la gente nos descubre y nos alberga dentro de sí. Y por eso creo que sólo morimos en realidad cuando fallece la última persona que nos ha querido.


Hoy comparto con ustedes esa canción, mi celebración del momento en que alguien me nace (y me trae mar a la costa) a través del encuentro. Se llama Contacto y pueden escucharla a través de este link o con la ayuda del reproductor que coloco abajo (desde el cual también pueden descargar la canción en mp3). Gracias por darme otra oportunidad de nacer para ustedes.


por fin tus brazos en bienvenida
y ya mi voz en tu oído cerca
sólo yo al fin en tus ojos lindos
y sólo tú al fin con mis respuestas

senderos miles adonde quieras
horas de paz que valen la espera
cada minuto de vida tuya
es una ofrenda eterna

ya tu sonrisa le habla a la mía
por fin al lado y no sólo dentro
tu paso al mío le es compañía
también al lado y ya no de lejos

es una suerte que no me creo
por fin mi beso es en tu presencia
me vas naciendo y me vas creciendo
y ya sentirte no es una meta

16 de junio de 2009

Si no estás (Episodio 1)

Su voz mezcla el gusto del pop con la irreverencia y la actitud del rock & roll en una mujer que puede ser tan femenina como "monstruosa". No entendía mucho su persona como artista musical, aunque me recordara a la Madonna recién llegada y me hiciera ver a una Pink mexicana que sabía llamar la atención con lo extravagante de su imagen y lo alusivo de su apodo. Pero sus canciones se me pegaron al instante y me hicieron acercarme. Así me hice fan de Melissa Munster a través de MySpace.

Lo grato fue descubrir que Melissa es de esos artistas que se comunican con la gente y que también suelen compartir con sus seguidores los altibajos de su carrera. Y, cuando un incendio dejó a su talentosa banda Gato Negro con instrumentos inservibles, las posibilidades de tocar mermadas y los conflictos que llevan al litigio, descubrí a la cantautora vulnerable que puede agobiarse con desesperanza y desmotivación, enojo y frustración. Entendí entonces su persona: una mujer cantante que debe lidiar con monstruos internos y externos a través de sus canciones.

Nos hicimos amigos, amistades por común profesión e iguales inquietudes y necesidades; y me comenzó a rondar por la cabeza la idea de proponerle grabar una canción juntos algún día, sólo como una experiencia simbólica de lo enriquecedor que ha podido ser sabernos con la misma búsqueda personal como artistas. Luego Melissa sufrió otra decepción profesional como consecuencia de un posible trato con una disquera en México y, viendo yo en ella las desilusiones que también he vivido y que no dejan de surgir de vez en cuando, le escribí un mensaje para animarla.

Pero esa noche estaba yo desanimado también y comencé a hacer una canción:

cuando tus sueños de infancia desertan
y tus superpoderes se neutralizan
bañas la cama en llanto
y las paredes sufren palizas
¿por qué a ti, por qué a ti?
si justo así querías tu vida

cuando un rechazo te parte el pecho
y sus llamadas ya no te buscan
bebes por cien, comes por mil
y el amor que cantas no te lo escuchan
¿por qué a ti, por qué a ti?
si es justo todo lo que tú buscas

ahora nada provoca
y ahora nada te anima
en el fondo del mar
y con el mar encima

mucho odio en la sangre
y miedo pleno que exudas
fe que olvidas en ti
cariño propio que anulas

te esfumas...
si no te quieres, te pierdes
si no te admiras, te mueres
y te evaporas...
si no te hallas, no existes
si no te amas, no vives
y si no estás, ya no eres

Ella me respondió animada y agradecida, y entonces le dije que su experiencia me había inspirado una canción y que quería que la grabara conmigo. Sin planearlo, fue la excusa perfecta para proponerle por fin algo así. Allí le mostré lo que había estado componiendo.

Y ella aceptó con entusiasmo. Ahora ambos compartimos ese pequeño proyecto que me inspira por su simbolismo y por lo divertido que será grabar a distancia con alguien que aún no he conocido de cuerpo presente y que parece no tener cosas en común conmigo. La tecnología lo permite, y las ganas también.
Creative Commons License
"Si no estás", de Luis Ernesto Serrano, aparece bajo una licencia Creative Commons Attribution-Noncommercial-No Derivative Works 3.0 Unported License.
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Notas relacionadas:

1 de mayo de 2009

Déjame en paz (Episodio 2)

Desde un principio, quise incluir la palabra revolución, pero luego le di más peso a la idea de mantener la letra un poco más indirecta para darle más universalidad y atemporalidad, y para evitar el ataque de quien pueda verse ofendido con ella. Sin embargo, mi intención es de desahogo y regaño, no de ofensa o menosprecio hacia quienes ven todo con una óptica distinta a la mía. Así que no me excuso y le añado el vocativo. Así va quedando:

déjame en paz, revolución
porque yo no te entiendo
porque me harté del desprecio
deja en paz a mi gente con ganas
deja en paz a mi gente con sueños

déjame en paz, revolución
me estás quitando futuro
porque en tu atraso me hundo
dale paz a mis niños, mi alma
un descanso a mis viejos, mi anhelo


Creo en el poder que tenemos para darle curso a nuestro destino sin depender de otros y sin vernos limitados por circunstancias adversas. Parte de esa fortaleza es la capacidad que tengamos de notar lo que nos detiene y detenerlo a su vez. De estas dos estrofas, paso a una que me servirá de introducción al estribillo:

quisiste hacer y no hiciste
quisiste hablarme y no dices
no guías y no dejas hacer
me frustras y violentas mi ser


Y el estribillo lo quiero más inspirador y menos quejumbroso, con algo dicho por un nosotros más allá de un simple yo, sobre una armonía más "brillante" (¡uff, la subjetividad de nosotros los músicos!), con una melodía que se quede más en la mente. Ojalá me funcione:

necesito esperanzas
y quiero volver a amar
necesitamos más vida
y nos queremos amar
en este sitio tan grande
que hemos parido juntos
que hemos sudado juntos
no para ti


En mi país hay rencores que antes no existían. Es lo que veo y lo que quiero cambiar, como mejor puedo.

Me cansé de la computadora y he desempolvado mi viejo cuatro-pistas de minidisc para ir maqueteando la canción. Les daré algo a escuchar en el próximo episodio.

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9 de abril de 2009

Déjame en paz (Episodio 1)

El día en que, de pequeños, entendimos que no éramos el centro de atención, que había otros a quienes considerar y que había cosas que sólo se podían obtener negociando, nos volvimos políticos. Algunos crecieron para dedicarse profesionalmente a algo así, e incluso aspirar y ganarse el papel de presidente de una nación. Otros crecimos para sentir su influencia, condicionarla, y rechazarla si la vida nos la hace chiquita.

Cuando compuse Estimado Señor, una canción que incluí en mi primer disco Morfeo (más abajo hay un reproductor para que la escuchen), Carlos Andrés Pérez era presidente de Venezuela y mi parte política estaba muy sensibilizada. Cantar al respecto me serviría de terapia, pero en ese entonces preferí escribir una letra que fuese ambigua para evitar el rechazo de la disquera por ser un tema de protesta o reaccionario quizás. Luego Hugo Chávez, a su manera, protestó por mí, intentando cambiar todo a la fuerza, y una vez más recurrí al instrumento musical y a la hoja de papel para escribir ¿Dónde estoy?, otra tonada indirecta que nació esa vez sobre la ansiedad que provoca la desubicación en la vida y el cuestionamiento que surge cuando nos mueven el piso:

Siento que no estoy solo
Alguien despierta a mi lado
Muchos despiertan cansados
Y queda del día muy poco
Es que algo pasó anoche
Nos han cambiado el destino

Eso fue en 1992 (¡cómo vuelan los años!) y no volví a inspirarme en nada político, hasta ahora que encuentro el borrador de unos versos que me surgieron hace un tiempo. Siendo ahora un poco más maduro y menos preocupado por lo que dirá un directivo de disquera, y seguramente teniendo un mayor sentido de consideración --no sólo hacia quien piensa como yo, sino también hacia quien cree genuinamente en cosas distintas--, quiero terminar y grabar esta canción que llamaré tentativamente Déjame en paz. Aún no he pensado en nada musical para hacer el tema, pero al menos tengo muchas ganas de desahogarme y de expresar algo que otros me dicen de una manera que me cansa; y tengo unas cuantas palabras ya para comenzar:

Déjame en paz
Porque yo no te entiendo
Y ya me harté del desprecio
Deja en paz a mi gente con ganas
Deja en paz a mi gente con sueños...

Supongo que será como la segunda parte de Estimado Señor. Ya veremos. Les iré contando cómo se desarrolla la canción, así que no se pierdan el próximo episodio ;)


luiser
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4 de noviembre de 2008

Cierra la boca y grita, así duela

Un buen día decidí ser un poco extremista y hacer todas mis cosas al revés, simplemente porque al derecho no tenía éxito en nada. Me sentía estancado y sin posibilidad de progresar, así que opté por deshacerme de muchas filosofías de vida. Mis actos fallidos eran reflejo de mi manera de pensar, por lo que me convenía más desechar conceptos, ideas, nociones, prejuicios y actitudes que no me servían para nada. Afortunadamente, el proceso resultó ser más fácil de lo que parecía al principio. Sólo reviví la adolescencia y comencé a cuestionarlo todo: ¿por qué esto sí?, ¿por qué aquello no? Vivimos siguiendo una especie de software envirado en la cabeza, que no es más que un cúmulo de pensamientos negativos conformados por palabras negativas.

Adios, palabras; me quiero expresar...

Escribí Grito y silencio para declarar que ahora prefiero vivir siguiendo paradojas; que lo ilógico puede tener mucho sentido y que quizás no existe nada imposible, cuando enfoco las cosas de la manera menos obvia, cuando recuerdo que en realidad hace falta muy poco para lograr mucho, que para crecer sólo hace falta ser pequeño y que para escuchar no necesito mi oído. Es más fácil lo que parece difícil.

Y fue muy emocionante grabar esta canción, una producción aderezada con la simbólica coincidencia de una fractura en mi pie, que no me detuvo (Dejo aquí mis zapatos para poder caminar); y el estímulo creativo de un arreglo musical que trata de reflejar el mensaje, sin introducción, porque no hace falta; con un ocasional piano eléctrico haciendo el papel de una guitarra eléctrica, porque esta no hacía falta; con una segunda estrofa sin acompañamiento armónico, porque no era necesario; con un estribillo sin letra, porque las palabras sobran y mis manos hablan mejor. A veces el silencio es más elocuente y a mí me encanta gritar callado.

También fue una experiencia renovadora grabar Duelen. Tenía mucho tiempo sin entrar a un estudio a improvisar principalmente. Era algo que quería hacer, en especial con una canción que me había salido en un breve instante con la única intención de limpiarme mente y corazón. Así que llegué con un arreglo en blanco, aunque con un concepto claro. El tema debía tener el color de Grito y silencio sin pretender impresionar o agradar. Quise capturar un momento de reinicio y el mejor sonido que me venía a la mente era el que recordaba de cuando ensayaba en mi adolescencia con mis amigos de la escuela, el sonido de la modesta banda que comienza con pocos recursos y con música sin pretensiones, sincera, vulnerable. No quise pensar mucho en lo que grababa, así que improvisé el arreglo y traté de dejar la canción en pocas tomas. En un día quedó lista, sin retoques, sin correcciones, y era la primera vez en muchísimos años que producía música de esa forma, sin pensar. Creo que no podía ser mejor compañera de lanzamiento para una canción como Grito y silencio.

Ahora siento una satisfacción que me llena, no sólo por terminar un pequeño, aunque muy estimulante, proyecto, sino por la receptividad que han tenido las canciones en muy corto tiempo. Ya quiero iniciar la creación de al menos otros dos temas para grabarlos y compartirlos con ustedes pronto. Disfruto mucho este estado de ininterrumpida motivación creativa que sin duda me lleva a más experiencias enriquecedoras.

Agradezco a Jesús Mariño por ayudarme a expresar Grito y silencio a través de su solo de guitarra española, en especial siendo él un metalero que adora el sonido distorsionado (¡excelente paradoja!); y a Tony Ruíz, mi segundo par de oídos, por su trabajo de masterización para ambas canciones. Ahora, el comercial: Hagan clic aquí -http://www.luiser.com/- y escúchenlas. Y si les gusta, descárguenlas y recomiéndenlas, ¡por una vida llena de paradojas útiles!
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13 de octubre de 2008

El susto en el baño

Creí que había terminado la producción de "Grito y silencio" la semana pasada.

Después de terminarle el arreglo con unas cositas que se me ocurrieron a último momento durante la grabación (como añadirle una maraquita de juguete que sonaba de lo mejor y que tuve que secuestrarle a mi hijo); corregirle unos versos un tanto incoherentes; pasar cuatro horas grabando el bajo eléctrico porque no me salía muy bien el ritmo (sí, lo admito, no practico a diario; sólo antes de un concierto); pelear con 40 sonidos de sintetizador porque no hallaba uno que me gustara para el solo; y partirme el coco con compresores, de-essers, reductores de ruido, análisis de espectro, envolventes de volumen y reflexiones tempranas (sí, lo admito, no tengo la pericia y la paciencia de un ingeniero de sonido), la mezcla definitiva estaba lista para probarla en los parlantes del estéreo en la casa, de la laptop, del carro, de los audifonitos del mp3 y de la cornetica del reproductor de cassette de la cocina.

Después de tener la música en la mente durante tanto tiempo, escucharla al fin emanando de un aparato como algo físico y concreto, a pesar de su invisibilidad, me provocaba una emoción difícil de describir. Mis amigos artistas me entenderán. Es como el nacimiento de un hijo esperado. No dejas de verlo, de celebrarlo, y te parece lo más maravilloso que existe. Pero puse a sonar la canción en el estudio y me encerré en el cuarto de baño que está al lado a escuchar el producto terminado de nuevo. Es una prueba que tengo muchos años haciendo, la de evaluar la calidad de una mezcla escuhándola desde los sitios más rebuscados. Si suena bien a través de la puerta y las paredes de ese baño, "se imprime".

Todo parecía haber quedado bien. Técnicamente estaba aceptable para mi gusto, pero ahí salió mi voz con aquella nota ofensivamente desafinada en el clímax de la canción. No la noté tan insultante e insoportable durante el proceso de post-producción. Pero la puerta del baño, cerrada y todo, la dejó pasar, la amplificó, le dio proporciones gigantescas suficientes para encender la alarma. Primero, la sorpresa ("¡¿Qué?! ¡Dios, llegó al baño!"); luego, la frustración ("¡Pero si ya estaba lista!"); luego, el autoengaño ("Nadie se dará cuenta"); más tarde, la aceptación, la resignación y la culpa ("Sí, estoy desafinado, pero es que el canto no es mi fuerte"); el reto ("¿Y si corrijo esa nota con la computadora?"); la acción ("¿Corregir afinación?" Clic); y el reto inevitable ("Hay que grabar de nuevo").

Creí que había terminado la producción de "Grito y silencio" la semana pasada.
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3 de octubre de 2008

Mi rison-guay

La inspiración viene siempre de donde menos esperas. Hace unos días, unas líneas enviadas por un viejo y querido amigo me hizo recordar la razón por la que hago música. Enseguida me puse a decirle que me había dado la idea para mi próximo escrito en el blog y, mientras le escribía, escuché en la TV a un experto en economía hablando de los factores que incidían en equis situación; según sus palabras, los rison-guays.

Lo que nos hace trascendentales son nuestras razones de ser. La mía la descubrí, no muy conscientemente, a muy temprana edad, escuchando LPs de música instrumental con mi papá y mi abuelo, maravillándome con los ojos iluminados cada vez que pasaba frente a la vidriera de alguna tienda de instrumentos musicales, soñando despierto cuando veía a alguien cantar en la TV.

Mi razón de ser ha sido siempre un sueño, una fantasía, individual y colectiva. De inmediato la música se volvió para mí una especie de vicio que debía satisfacer con una provisión que yo mismo debía producir. Se me hacía necesario tocar un instrumento -cualquiera- y cantar, aunque fuera en la soledad de mi cuarto. Cuando pasó a ser una experiencia compartida, la diversidad de emociones que pueden surgir de esa comunión entre gente que hace y escucha melodías, armonías, tonalidades, timbres y ritmos se volvió el motivo de mis días.

De repente descubrí también que mi sueño podía motivar sueños en otras personas. Entendí que lo que hago puede también inspirar. Comprendí la responsabilidad que tengo al servir como un medio de expresión y pude cerrar el círculo que sigue el proceso de volverse músico. Alguien que hacía música me inspiró a hacerla también, y ahora yo debía inspirar, transmitir, servir de puente para que alguien se comunicara a través de mí. La música que más nos gusta es aquella que mejor nos sirve para soltar lo que pensamos y sentimos, y ahora sé que la que yo hago puede servirle a alguien de esa forma. Ya no escribo canciones o me paro a tocar en un escenario por simple autocomplacencia; son cosas que también hago por y para otros.

También el proceso de crear e interpretar me ha provocado una necesidad por mejorar, y ello me ha llevado también a conocer más gente que tiene la misma inquietud y a compartir ese crecimiento entre todos. Hacer más y mejor música en una industria muy competitiva y con alto riesgo al fracaso es algo que además me motiva como una manera de serle ejemplar a mi hijo. Y, como dije en el escrito anterior, es mi terapia, mi escape.

Siempre será una bendición dedicar nuestras horas a aquello que nos llena tanto y nos da razón para existir. En mi caso, es un sueño que vivo y pretendo hacer vivir, tanto así que mi primer disco está inspirado en esa idea: Morfeo.

En otro orden de ideas, sigo en la producción de las dos canciones a estrenar dentro de poquito. Es fabulosa la sensación que da escuchar lo que va resultando del proceso de grabación. Estoy encantado con la sencillez de un solo de guitarra tocado por un sensible músico de visita desde España, a quien me atan nexos que quise celebrar con esta invitación a dejar algo de él en la canción. ¡Faltan 32 días!
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25 de septiembre de 2008

Ibuprofeno para el corazón

Quienes nos dedicamos a hacer canciones no siempre tenemos una vida de éxitos, alegrías y glamour. No vivimos aislados ni separados de experiencias que pueden ser frustrantes y dolorosas. Siempre hay alguien que puede hacernos daño, nos rompe una ilusión, nos falta o nos ofende a pesar de nuestro esfuerzo por merecer lo contrario. Podemos también propiciar fracasos al cometer errores, tomar malas decisiones, ignorar mejores maneras o dejar en los demás el control de nuestro destino.

A nivel personal y profesional, corremos siempre el riesgo de cruzarnos con algo que nos entristezca, nos decepcione, nos desanime y nos sumerja en una pausa en la que nada queremos hacer y todo lo cuestionamos. Siempre es posible el hecho fortuito, inesperado, que nos hace perder el balance emocional.

Yo estoy profundamente triste hoy, por razones que no serán el centro de este escrito, porque aquí en realidad quiero compartir que la tristeza también es motivo para muchos músicos que escriben canciones, y que son sus cantos tristes el ibuprofeno que el corazón les pide. Es la mejor forma de automedicación que tenemos cuando sólo queremos llorar. Y esta tarde llegó un verso a mi mente y la guitarra saltó a mis manos. Una hora despúes, justo antes de empezar a escribir esta nota, terminé de componer una canción, "Duelen".

...hoy duelen distancia y memoria
deslealtad en la historia
duelen ofensa y desidia
tras ofrecerse la vida...

Sin embargo, quienes hacemos canciones tenemos además otro consuelo cuando una depresión agobia: el oído dispuesto de quien nos escucha cantar en esta especie de interacción terapéutica entre intérprete y público, una relación de apoyo que muchas veces nace con naturalidad simplemente porque aquél que escucha también llega a sufrir y a necesitar ibuprofeno para el corazón.

Hace unos días sufrí una fractura en el pie izquierdo y el doctor me obligó a inmovilizarme por al menos dos semanas. Sin duda será algo con qué lidiar para materializarles "Grito y silencio", la canción que publicaré el 4 de noviembre. No obstante, hoy no sólo me he inyectado calmante en el alma, sino que además mi necesidad de desahogo me motiva a también ofrecerles la canción que hoy he creado para el mismo día. Ustedes también son una efectiva medicina.
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16 de septiembre de 2008

Grito y silencio: La idea

Desde hace años la idea me rondaba, e incluso llegué a compartirla con algunos colegas que se mostraron interesados (o no tanto). El asunto es que la semana pasada, como resultado de un impulso, me atreví a publicar un evento en Facebook anunciando el lanzamiento de una canción mía titulada Grito y silencio. ¿Por qué un impulso? Porque el tema está relativamente inconcluso, su arreglo semi-terminado, y mi estudio está temporalmente desmantelado.

Pero, sin pensarlo mucho, por fin me había atrevido a poner en práctica "la idea": Olvidarme de esa obsesión generalizada por hacer discos propios. En otras palabras, cambiar mi propio paradigma en cuanto a cuál debe ser la unidad creativa más pequeña e indivisible en mi música, reconfigurar mi mente como artista y asumir conscientemente el rol de creador de canciones y no de CDs. Es sólo un cambio de óptica que me ayudará a no limitar ni condicionar mi creatividad.

Abandono la idea de medir el éxito de un artista según el volumen de su discografía o el número de copias que haya vendido. Abandono al agotado patrón de trabajo que gira en torno a la producción de discos, esa fórmula predecible de componer-grabar-promover-tocar-hartarse del disco-reposar-esperar a que todo confluya de nuevo. No quiero esperar a tener diez canciones listas y el millonario capital a la mano para producir lo que quiero compartir con quienes me quieren escuchar. Adiós, Billboard. Bienvenida, iTunes.

Ahora cuando escriba una canción que me guste, no postergaré su grabación y publicación. Ahora me ilusiona más la idea de materializar y difundir piezas por separado. Y, con este blog que ahora inauguro, me entusiasma la idea de contarles e ilustrarles -para comenzar- cómo carrizo haré para terminar en 7 semanas -y con las uñas- una canción ¡Y SU CORRESPONDIENTE VIDEO! ¿Les parece tiempo más que suficiente? Mmmm, ya veré. Hay que cambiar algunos versos, pulir unos arreglos, reacondicionar el lugar de grabación, grabar, mezclar, masterizar, crear un guión de video desde cero, programar su producción, conseguir locaciones y actores o extras, adquirir materiales, filmar, editar, convertir, contarles en este blog cómo va la cosa... Sí... da tiempo... ¿Quedará todo bien? Sí... lo disfrutaré mucho y quedará bien. ¿Por qué? Por "la idea", que ahora me inspira y que queda algo resumida en la misma letra de Grito y silencio:

Dejo aquí mis zapatos
para poder caminar
y dejo allí mi camino
para poder avanzar...

Ya algunos de ustedes han manifestado en Facebook su interés por recibir mi canción, y esa es una fabulosa motivación que agradezco muchísimo. Si el proceso es enriquecedor y su producto llega a alguien que pueda apreciarlo, habrá razón suficiente para que se me estimule el séptimo chakra.
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