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3 de julio de 2012

"Te amamos, pero no lo puedes ver"

Voy al grano. Me topé con un link a un artículo sobre el cual dejé un comentario, y son esas palabras mías las que quiero compartir aquí antes de cerrar con una última reflexión (la versión original en inglés está en este link):
PyracyPayback.org - The Cure for P2P Remorse
Toda la idea detrás del término "copyright" ["derecho de copiar", literalmente] se ha vuelto obsoleta. Tuvo sentido en una época en que sólo unos pocos tenían capacidad financiera y tecnológica para hacer grabaciones y copias. Controlar la duplicación y la distribución digitales de material se está volviendo utópico, así que acéptenlo y olvídense de absurdas regulaciones y demandas legales. Demos la bienvenida a la era del libre compartir. Las discográficas ya no mandan en el mundo musical.

30 de mayo de 2011

Mi semana musical (Mayo 30, 2011)

- Hice disponible para descarga gratuita un archivo mp3 de la canción que terminé hace unos días, Celebración. Esta versión es preliminar. Tiene detalles que quiero mejorar antes de lanzar la versión definitiva como parte de mi próximo álbum Pasado Mañana / Dos.

- Un jingle publicitario para TV que hice para un conocido (por conocido, no por el trabajo), fue aprobado por el cliente sin acotar cambios ni nada. Es algo que me sorprende porque la última vez que hice un jingle fue hace unos 20 años. ¡Aún me salen bien! Si quieren que les haga uno, me pueden... Nah, yo no me dedico a eso, jajaja.

17 de agosto de 2009

El artruista (o el artista que es altruista)

La mayoría de quienes creamos arte pasamos por una primera etapa del más puro egoísmo, cuando sólo nos importan lo que nos pasa, lo que necesitamos aprender, lo que queremos tener, lo que queremos expresar como experiencias y opiniones únicamente personales. Es la fase en la que somos ególatras y egocéntricos, y el período en que se vuelve obsesión el que nos valoren. Queremos ser mejor que los demás y medimos nuestra valía según nuestra fama y según la gente con la que nos codeamos. Creemos que nuestros talentos, nuestras obras y nuestro esfuerzo nos hacen merecedores de mucho, de la completa atención hacia todo lo que se nos ocurra hacer, del apoyo incondicional, del reconocimiento a través del premio que confirma, del tributo halagador. Es cuando nos parece casi condenable con horca cualquier acto de plagio o piratería y despreciamos al irrespetuoso que nos pida algo gratis. O, por otra parte, es cuando creamos sólo por amor al arte sin importar si nos ganamos el sustento o no, para luego aislarnos en un reducido círculo de amigos que nos aprecian la obra, con la idea de que, si alguien llega a interesarse en nosotros como artistas, ¡que nos busque!; eso sí, sin pretender cambiar nada en nosotros.

Pero luego, en el momento más impredecible, entramos (¡ojalá!) en una segunda etapa, justo cuando entendemos que nuestros dones y lo que hacemos con ellos no son fin sino medios; son aquello que usamos para cumplir una misión de vida que ya concientizamos. Vemos que la expresión, el placer, el entretenimiento, la reflexión, ya no son únicamente nuestros; son también de quienes nos siguen, gente que en realidad llega a admirarnos no por lo que somos, sino por lo que provocamos dentro de ella. Comprendemos que nuestro arte puede inspirar, abrir mentes, construir puentes, iniciar ideas, innovar, promover, mejorar, conmover, difundir cultura, enseñar, comunicar. Ahora nos enfocamos más en los demás y en sus necesidades, no únicamente en las nuestras. Caemos en cuenta de que incluso contribuimos a la economía local --o mundial-- con la creación de obras que ponen en movimiento industrias de todo tipo; y no nos sentimos indignos al recibir compensación por un trabajo que es, por naturaleza, tan servicial y social como el de un maestro o un bombero; ni menospreciables o paranoicos por regalar productos de nuestra inspiración. Podemos ser voceros y llamar la atención hacia obras benéficas, creencias religiosas, posiciones políticas, el bien común. Podemos ayudar a sanar el espíritu de incluso a quien desconocemos. Podemos trascender, si no en tiempo, al menos en espacio. Podemos ser útiles.

Está claro que hacer arte puede volvernos poderosos, y todo poder exige responsabilidad, demanda un buen uso. Para utilizar nuestro talento de la mejor forma y evitar desperdiciarlo, hemos de manifestar algo de altruismo.

Y tú, ¿ya eres artruista?
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8 de febrero de 2009

Coldplay, Satriani y los límites del plagio

Cuando escuché Viva la Vida de Coldplay por primera vez, quedé transportado. La combinación de su letra con el arreglo me pareció de tan buen gusto, balanceada emotividad, excelente y eficiente manera de hacer llegar un mensaje, que olvidé por completo que es una canción con una sencilla sucesión de cuatro acordes que se repite siempre. Un caso similar es el de With or Without You de U2: armonía a cuatro compases, profunda emoción, excelente forma de llevar a un oyente.

No soy fan de Coldplay, pero esa nueva canción de la banda es sin duda una inteligente mezcla de todos los elementos que hacen un buen tema pop, a mi parecer. Ahora Coldplay enfrenta un litigio por plagio promovido por el virtuoso solista de la guitarra eléctrica Joe Satriani, que asegura que parte de su obra If I Could Fly fue copiada al crearse Viva la Vida. La noticia me hizo recordar lo absurdas que me parecen algunas implicaciones de los derechos de autor, especialmente en el área musical.

Después de investigar un poquito, me topé en YouTube con una comparación de ambas canciones que más sorprendido no me podía dejar. El parecido se reduce a tres notas con mismo orden y duración sobre una progresión armónica que no es idéntica. Además, la instrumentación es distinta y el aire de los arreglos es distinto, sin mencionar el hecho de que en el tema de Coldplay hay un verso cantado y en el de Satriani sólo se escucha la melodía de una guitarra.

¿Cuándo hay plagio en música? Las leyes sobre derecho de autor fijan un número de criterios para determinarlo, como, por ejemplo, un cierto número de notas sucesivas que sean idénticas en dos composiciones. Pero, yendo más allá, hay otras consideraciones que se habrían de ventilar en una corte que se dedique a casos de plagio, y una de ellas es la comprobable posibilidad de que quien se acusa de ello haya escuchado lo plagiado.

Ahora bien, se han compuesto una chorrera de millones de canciones desde que al ser humano se le ocurrió tararear algo por primera vez. Cada uno de nosotros ha escuchado un gran montón de composiciones desde que nacimos, pero no hemos podido escuchar toda la música que ha originado el hombre. Sin embargo, ¿debe un compositor escucharlo todo antes de crear una melodía para estar seguro de que no copiará nada? ¿Cuántas canciones existen con idénticos arreglos armónicos y estilísticos que nunca han merecido la etiqueta de plagio? Pues, casi todas, si vemos la proporción. Y cuando decimos que un nuevo artista musical "suena" como otro más antiguo es simplemente porque sus melodías y arreglos se parecen.

Al hablar de "influencias musicales", en realidad decimos que un artista escuchó tanto a ciertos otros que en su música ha acogido elementos que no son originalmente propios. En los años 60, todos los grupos buscaban sonar como los Beatles. Muchos tendrían la intención de aprovechar un pujante mercado discográfico que demandaba un producto musical específico, pero estoy seguro de que muchos otros sonaban como el cuarteto de Liverpool simplemente porque se sentían identificados con su innovadora manera de expresión artística y les parecía también propia esa forma de decir las cosas. En otras palabras, "sonar" como alguien supone una saludable dosis de plagio, y afirmar que en música todo es 100% original es como pretender asumir la autoría del idioma castellano.

El acto condenable ha de ser el cometido por un individuo que reproduce forma y fondo, nota por nota, verso por verso, arreglo y ejecución, aunque sea parcialmente, de una obra anterior y con conocimiento de ella, para luego decir que le pertenece como autor. Pero mover un sistema judicial para pelear por una melodía de tres notas en contextos enteramente disímiles, que ya se ha escuchado en muchas otras composiciones y que para nada afecta lo que distingue a cada una de ellas, me parece en extremo absurdo, más en un caso en el que ambas canciones, en esencia y diciéndolo sin un ánimo despectivo, son poco originales. No sé; prefiero pensar que Satriani está siendo objeto de mala asesoría jurídica. Si no fuese así, sería otro ejemplo de esa doble moral que sigue hundiendo a la industria musical tradicional.
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