Soy un cantautor y productor musical independiente radicado en Caracas, Venezuela. Aquí comparto mis experiencias y reflexiones a medida que creo y entrego mis canciones e imágenes a quienes quieren un respiro para la mente y el corazón.
¡Papi, te tengo una noticia buenísima! La maestra de inglés me dio una estrella por ser el niño que hizo las actividades más rápido. ¡Me tocó la estrella número 1! Y dijo que desde ahora pondrá estrellitas a los que hagan las cosas muy bien.
Mi hijo, hoy:
No terminé de colorear a tiempo porque me distraje pensando en qué estrella me iba a poner la maestra, y me puso la número 6, el último lugar de mi mesa. Ahora soy un tonto.
Mi simple definición de la fama: Situación en que te conoce gente que no conoces, por una misma acción notable. ¿Anotaste el tanto que salvó el partido de baloncesto y le dio la victoria a tu secundaria? Ahí tienes fama; gente que no te conocía sabe de ti ahora y por el mismo logro. ¿Revisaron las filmaciones de seguridad y te pillaron llevándote las resmas de papel de la oficina? Ahí tienes fama; gente que no te conocía en la compañía ahora sabe de ti y por el mismo desliz.
El pasado 11 de noviembre, Ilan Chester se ganó un Grammy en Las Vegas y ello me emocionó por la asociación que puedo hacer de la noticia con recuerdos en mi memoria. Un día después, alguien compartió conmigo un especial video que terminó siendo el último empujoncito necesario para lanzarme definitivamente a escribir sobre Ilan (algo que tenía pendiente desde hace tiempo; el video está más abajo).
Como muchísimos venezolanos, me percaté de la existencia de este cantautor a principios de los 80, cuando su Canto al Ávila me cautivó. Siendo yo un adolescente que se iniciaba como compositor y tecladista, descubrir que en mi ciudad alguien hacía lo que yo soñaba hacer a ese nivel, fue inspirador. Franco De Vita comenzaba su auge también y tenía su nosequé; Aditus, con George Henríquez en las teclas, me contagiaba; pero yo me identificaba con Ilan. Su voz era simplemente la más expresiva, versátil y mejor controlada de todas; sus arreglos giraban en torno a su trabajo en el piano y los sintetizadores, con un lenguaje de pop, jazz, rock, blues y ritmos latinos, muy balanceado, muy elegante, muy bien pensado, muy digerible. Me sonaba a Billy Joel, a Toto, a Elton John; y era hecho en mi país en un momento en que yo necesitaba un modelo a seguir que fuera más local.
Y mi admiración nació. Ilan se volvió algo así como el maestro a igualar. A él lo comenzaron a llamar "el músico de Venezuela", y así lo veía yo. No era el fan común; era el novato que reconocía talentos que deseaba desarrollar.
Los años pasaron y fui caminando los kilómetros de mi propia carrera. Grabé mi primer disco y al poco tiempo nos cruzamos. Fue en 1994, en un estudio de ensayo; yo con mis músicos en una sala; él con los suyos en la de al lado. Y sentí la necesidad de rendir el tributo, de expresar gratitud por la inspiración; así que le escribí algo en el librito de un CD mío y me le acerqué en el lobby la siguiente vez que coincidimos en el lugar.
No recuerdo qué le dije, pero sí tengo grabada la imagen de cuando nos dimos la mano, de la expresión en su rostro cuando le di el disco. Creo que simplemente le manifesté que lo tenía en alta estima y que ese regalo era lo mejor de mí que podía darle en agradecimiento. ¿Cuál había sido luego el destino final de mis canciones? ¿Las habría escuchado? ¿Se le habrían perdido? Si llegó a escucharlas, ¿le gustaron? Ni idea, y no importaba; yo quería el acto simbólico y quedé satisfecho.
Luego en el 96, Ilan dio sus conciertos de "despedida", una jugada que se mercadeó de una manera ambigua y que hasta el día de hoy se sigue recordando, puesto que, obviamente, él nunca se retiró como músico. Yo fui a uno de esos shows, que es otro de mis recuerdos gratos porque fue el preámbulo de una noche notablemente romántica para mí ;)
Pero yo sí entendí lo que pasó. Chester no se despedía de los escenarios ni se estaba jubilando. Como de hecho fue, se estaba retirando de la disquera que lo tenía contratado y se declaraba oficialmente un artista independiente, sin ataduras; una decisión valiente. Era otra coincidencia con mi situación. Yo estaba entrando en esa etapa de completa decepción, frustración y estancamiento, porque mi sello discográfico se volvía un caos y la posibilidad de firmar con otro que me diera libertad plena de hacer lo que yo quisiera musicalmente, se había vuelto utópica. Mi independencia era inminente.
Y la independencia de Ilan comenzaba a dar frutos. Para el 97, su valentía lo había llevado a versionar el himno nacional de Venezuela como una balada pop, la más hermosa y sensible interpretación de ese símbolo patrio que he escuchado en mi vida. La sencillez de su voz y su piano, y el sentimiento en la ejecución volvió nuestro canto patriótico algo más personal con lo que era más fácil identificarse. Pueden escucharlo en el video; aquí está.
Ya no era el arreglo coral y orquestal cansón y quemado que nos obligaban a oír antes de comenzar clases en la escuela. Esa nueva versión fresca y emotiva me tocaba más directamente la fibra de venezolano y me recordaba el osado acto que había realizado Jimi Hendrix unos 30 años antes, cuando el himno de Estados Unidos vibró en su guitarra eléctrica ante el público de Woodstock.
El de Ilan era un atrevimiento que causó polémica. Fue cuando una alumna de piano que yo tenía entonces me dijo: "Me invitaron a la TV para discutir sobre si está bien que el himno nacional sea interpretado como a la gente le dé la gana. ¿Quieres acompañarme?"
El programa era el famoso A Puerta Cerrada que conducía la periodista Marietta Santana en Radio Caracas Televisión; y allí me vi entre puristas y vanguardistas, músicos y académicos. No recuerdo tampoco mis palabras exactas ese día, pero obviamente fue un argumento en contra de la posición tradicionalista de un profesor del conservatorio de música en el que yo había estudiado; en apoyo a una grabación que, lejos de irrespetar, enaltecía; en apoyo a la personalización, a la libre expresión, a la validación de una particular muestra de nacionalismo cuya melodía, por cierto, era la misma de la canción de cuna que solía escuchar de pequeño.
Duérmete mi niño que tengo que hacer...
Justo en esos meses conocí de la nada a Harry Lerner, un melómano que buscaba quien le enseñara a su hijo adolescente a usar su nuevo sintetizador, una tarea que asumí con placer porque se trataba de un muchacho con un gran talento (hablo de Salomón Lerner, director musical del reciente montaje de Jesucristo Superestrella en Venezuela; así de bueno resultó). Y en una de esas tertulias musicales que solía tener con él, Harry me dice que estudió con Ilan en el colegio y me cuenta lo cerca que vivió sus inicios. Yo, por supuesto, le cuento que lo admiro y blablablá, y entonces él me lanza la perla: "¿En serio? Los voy a invitar a él y a ti a cenar en casa para que lo conozcas mejor".
Y así pasó. Esa noche Ilan Chester y yo fuimos, por igual y en el mismo sitio, invitados especiales de una velada. Para mí, fue dimensionar al personaje y completar el modelo inspirador. En el estar, antes de comer, al lado de su esposa de entonces y de sus hijos, me dio una razón reveladora y muy bien fundamentada de su vegetarianismo; y conversando de otras cosas, entendí más su peculiar arrogancia y seguridad en sí mismo.
En la mesa, surgió lo del programa de TV y sus comentarios lo sellaron todo. A él no le importaba lo que los demás dijeran; su espíritu era libre; su fe en lo que hacía era indestructible; y yo terminé de convecerme. Me declaré artista independiente para siempre. Ya no importaba radio, ni TV, ni disqueras, ni controles. A hacer música como quisiera sin rendir cuentas.
Luego de cenar, subimos a la habitación de Salomón y los tres tocamos algo en su sintetizador. No nos pusimos a cantar ni nada así; fue sólo una especie de intercambio de opiniones sobre la peculiaridad tecnológica del aparato. Cuando le mencioné el episodio de mi disco como regalo, me dijo que lo recordaba ¡y que le había gustado! Y eso es lo último que me queda de esa ocasión. Más nunca lo vi en persona; más nunca coincidimos.
Todo eso pensé fugazmente cuando supe que había ganado el Grammy. Me emocioné también porque es un artista independiente obteniendo un premio que tradicionalmente se lleva gente de megadisqueras que suena en la radio hasta la locura. Era un reconocimiento merecido desde hace tiempo, y aquí lo celebro en mi rincón personal, desde mi óptica. Gracias de nuevo, Ilan.
____________ Notas relacionadas:
Entre mis talentosos amigos, hay varios que siempre me hacen sentir sana envidia cuando los escucho cantar; por la expresividad, el rango y el perfecto control que tienen de sus instrumentos vocales; y por la afortunada coincidencia de ser también geniales compositores con profunda sensibilidad.
Uno de ellos es el venezolano Claudio Corsi, un gigante carismático con la humildad y el tesón que contagian. Con él tuve la fortuna de compartir instantes en tarima y en estudio, y con él viví la impresión que me causó alcanzar un Si con mi maleducada voz en una clase de canto que tomábamos en casa de Janice Williams (por cierto, esa nota no me ha salido más).
Pero la experiencia más trascendental de mi historia común con Claudio la tuve cuando sus dones de intérprete y compositor lo hicieron merecedor de representar a Venezuela en el Festival de Viña del Mar en 1996. Me refiero a la competencia internacional de canción y canto que forma parte del evento y que se ha vuelto una especie extinta en las transmisiones televisivas que salen de la famosa localidad chilena.
Pocos en mi país saben o se acuerdan de eso, pero así fue. Claudio presentó Vida, la hermosa canción que compuso junto a Ángelo Sebastiano; y los músicos del festival lo acompañaron con el único arreglo orquestal que he hecho en mi vida (hablando de vida).
A los arreglistas no los invitaron a asistir, pero ahí estuve con mi admirado amigo, a través de notas musicales dejadas por mí en partituras que leyeron personas desconocidas en una ciudad lejana, en vivo ante miles de oídos desconocidos; ahí estuve porque mi pensamiento acompañaba el de muchos otros que querían ver apreciada en otras latitudes la musicalidad de alguien que merece reconocimiento.
Claudio no ganó.
No se dijo mayor cosa en Venezuela.
Claudio siguió trabajando.
Claudio se fue de Venezuela.
A Claudio lo extrañamos muchos.
Al saberlo, lloré de emoción, no por el premio potencial ni por el cambio de curso que ello implica para muchos artistas, sino porque recordé cuando grabábamos en su casa entre sueños e ideales, y porque no estaba cerca para el abrazo de felicitación. La entrega será el próximo 5 de noviembre y no sé si ganará; pero ahí estaré con él en Las Vegas, otra vez como alma polizona, orgullosa y solidaria.
Hace un par de días mi hijo comenzó a ir a la escuela y recordé cuando tiempo atrás quería caminar y me alzaba sus brazos para que yo le sirviera de apoyo. Anteayer me los alzó de nuevo porque quería que lo cargara y lo sacara de allí. No quería entrar a conocer maestra; no quería entrar a jugar aunque yo le hubiera prometido que eso haría. Era otra primera vez que lo aterraba, pero con suavidad le bajé los bracitos y le dije "Anda, ve a jugar y a aprender cosas nuevas con los niños, y luego me enseñas a mí". Lo que quería decirle era "Hijo, comienza".
¡Qué fácil es decirle a otro que comience!, sobre todo si es un niño pequeño que no argumenta excusas. Qué difícil es iniciar algo de adulto cuando eso que empezamos sólo depende de nosotros mismos. Siempre hay algo que atenta contra nuestro propósito de comenzar a pesar de que nada es en realidad capaz de detenernos. Siempre hay algo interno que nos traiciona con esos pensamientos saboteadores: "mejor espero", "cuando tenga plata", "cuando tenga más tiempo". Por eso me encanta el personaje de Forrest Gump, y quizás en estos días me siento como él en esa escena en que despide a su pequeño antes de subir éste al autobús escolar por primera vez en su vida.
La gran mayoría de nuestros comienzos tienen un final díficil de pronosticar con exactitud. Al iniciar la escuela, no sabemos si seremos biólogos, directores técnicos de una selección de fútbol, diseñadores o desertores escolares. Al comenzar con un nuevo empleo, no sabemos con exactitud cuánto duraremos en él, ni sabemos si será realmente la puerta que se abra a otras mejores oportunidades o la puerta que se cierre y nos aísle del avance. Igualmente, cuán impredecible puede ser una relación de pareja que nace.
Podemos tener un objetivo y a diario imaginarnos su logro como una manera de motivarnos, podemos aplicar los métodos que otros han probado para conseguir nuestras metas, podemos tener el conocimiento y el carácter necesarios; y descubrir luego que no es lo que esperábamos, que ya no es lo que queremos, que las maneras eran erradas, que una mala decisión nos cambió el curso, o que algo mucho más provechoso nos llegó sin preverlo. Hay una mínima dosis de caos que nos lo hace todo, si bien interesante, difícil de controlar a plenitud también.
Y los adultos queremos tener control de todo. Se supone que debemos tenerlo. Nos preparamos para evitar el azar, para comenzar en A y llegar a B siguiendo la línea más recta posible.
Pero los niños pequeños no piensan en llegar a B. Ni siquiera saben que están en A y no saben que están comenzando. Su pasado es breve y su futuro se limita a presentir la consecuencia inmediata de lo que en este momento están haciendo. Sin embargo, cada día es un inicio, una primera vez, una sorpresa, un descubrimiento, un paso más hacia B, hacia K, hacia P, hacia algún punto porque todos son posibles y no hay por qué pensar que alguno será malo.
Con esa ingenuidad de infante en kindergarden comencé a escribir este blog hace exactamente un año. Aunque mi motivación era clara, no pensé en continuidad ni en meta. No sabía si sería una actividad persistente ni sabía en qué iría a terminar mi propósito. Ni siquiera sabía que era el comienzo de algo que no veía. Ahora me he puesto a compilar todas estas notas en un gran archivo de texto para luego compartirlo como un e-book, y es sorprendente para mí que ya esté rondando las 200 páginas. Sin saberlo, hace un año empecé a escribir el libro que por muchísimo tiempo quise realizar. Increíble. Ahora me siento muy agradecido con quienes me han estado leyendo por ser esos expectadores omnipresentes que también motivan al artista en mí. He confirmado que, como bien dice una canción que me gusta mucho, "la finalidad de partir no es llegar".
Por supuesto, lo importante es que queramos partir y partamos; lo importante es que queramos comenzar y comencemos, aunque el final sea incierto.
(Dedicado a Dayana y a Chucho)
____________ Notas relacionadas:
La industria musical ha cambiado desde los 80 hasta hoy en día. Las que no cambian son las motivaciones que impulsan al músico a hacer conocer sus creaciones y a compartir su arte con los demás. Si decides divulgar tu música, o sea, dejar que otros te escuchen (“hago música para expresarme y que me escuchen, por ende, soy”), debes estar claro en cómo definirás tu vida.
Sin hacer ningún juicio o calificativo, pregúntate primero: ¿Usarás tu arte también como un modo de ganar tu sustento económico? ¿Dejarás que tus escuchas fluyan y contribuyan en tu conversación con ellos (a través de tu carrera) o será una vía “one way”, o sea, un monólogo? ¿Simplemente querrás expresarte y ya, sin intereses económicos ni necesidades materiales o necesidades del ego? ¿Te motiva el reconocimiento en esta era de inmediatez mediática, es decir, hacer música sólo como vehículo para obtener tus 5 minutos de fama, 5 años, 5 décadas? (el tiempo es algo relativo; el músico pasa por esta vida, pero la música es inmortal).
En fin, la música debe ser un derecho natural para cada ser y no un privilegio. Si hubiese entendido esto mucho antes cuando comencé a creer en mi voz y mi ser como instrumento para crear placer y bienestar, quizás no me hubiese angustiado tanto en hacer decisiones para balancear lo que el espíritu pide (expresión) con lo que el cuerpo necesita (alimentarse). Afortunadamente, la vida misma te da las herramientas para definir ese balance, que es único para cada quien, con medidas y proporciones adecuadas a lo que cada músico o artista decida creer y crear.
Nunca olvido que mi instrumento de expresión (la voz, mi ser total) depende de mi salud integral. Por ende, siempre concibo la música profundamente ligada a la salud. Eso sí lo supe desde el principio y ¡por eso a través de tantos años sigo expresándome a todo pulmón!
Justine es una cantante y bailarina venezolana con una extensa trayectoria en la TV y en el escenario. Su estilo único que combina una muy expresiva voz con enérgica danza puede apreciarse también como parte de la banda Majarete. http://www.myspace.com/majaretesm
Fíjate siempre en lo que hacen los profesionales y actúa como ellos.
Pedro Castillo es uno de los cantautores y guitarristas más versátiles en Venezuela, con una carrera que ha producido numerosos éxitos profesionales como solista y junto a bandas reconocidas, como Témpano y Aditus. Pedro también es un cotizado locutor. http://www.pedrocastillo.com
Sé honesto; el público siempre valorará lo que realmente eres, no lo que pretendes ser. Toma riesgos, sé creativo. En la música no hay reglas, ni hay una sola manera de hacerla. Nunca es tarde para comenzar ni hay una edad para realizar tus sueños; siempre hay una oportunidad.Cuida tus opiniones sobre otros músicos y artistas; primero logra tus objetivos, toca en vivo, graba tu música. Criticar es fácil, pero realizarse en la música puede ser toda una odisea. Mejor apoya y colabora con tus colegas y recibirás lo mismo eventualmente.Pase lo que pase, nunca dejes de soñar con lo que quieres.
Rubén Gutiérrez es guitarrista y pieza clave en una de las agrupaciones más particulares y exitosas de Venezuela, Gaélica, una interesante propuesta que gira en torno a la música celta. http://www.gaelica.net
"El que mucho abarca, poco aprieta". Con este dicho popular me quiero referir a aquellos músicos que no saben decir que no y quieren ser parte de todos los guisos [proyectos] y tocar con todo el mundo, no pudiendo muchas veces cumplir y quedando mal siempre con alguno, bien sea por cuestiones de agenda (2 toques el mismo día) y porque nunca llegan a aprenderse un show como es. Es un mal que vemos muy frecuentemente estos días. Mi consejo: aprende a decir que no y dedícate a hacer sólo lo que puedas hacer.
Willie Croes es un respetado músico, arreglista y productor musical venezolano egresado de la Berklee College of Music en Boston, que ha trabajado con artistas como Yordano, Franco De Vita, Elisa Rego, Guaco, Cecilia Todd, Menudo, Sergio Pérez, Guillermo Dávila, Frank Quintero, Willie Colón y Carlos Baute. http://www.myspace.com/williecroes ____________ Notas relacionadas:
Nadie puede salir a conquistar el mundo si tiene dudas de sí mismo.
Añado a eso una cita mía (aunque muy seguro estoy de que ya alguien habrá dicho esto y, como arreglista, reescribo la partitura):
La suerte no existe, existe es el éxito. La "suerte" es estar preparado en el momento indicado.
Con esto sólo quiero decir, prepárense y asegúrense de que, sea lo que sea que hagan en su vida, no hay nadie que lo pueda hacer mejor que ustedes. El día que la oportunidad toque su puerta, estarán listos para aceptar el reto y llevarlo a cabo exitosamente.
Bernardo Sanoja Soulés es un venezolano productor musical, ingeniero de sonido y director de Beyond Music Productions y Beyond Music Studios, en donde han podido trabajar artistas como Voz Veis, Aquiles Báez, Roberto Blades, Hany Kauam, Roque Valero, "El Pollo" Brito, y Gustavo Santaolalla. http://www.beyondmusicstudios.com
Es un camino dificil, pero NO imposible. Hay que hablar menos y hacer más. Y en la era 2.0 hay que aprovechar cada espacio para extender el arte que uno hace, tomándolo como un trabajo serio, 24/7.
La artista venezolana Nana Cadavieco acaba de lanzar su primer CD titulado Exposé, un excelente trabajo con influencias de rock, pop, disco punk, world music y electrónica. http://www.nanacadavieco.com
Uno de los aspectos más importantes que considero debe tener claro cualquiera que desee incursionar en esto de la música es la personalidad. Queremos cantar como fulanito o ser como menganito y desvirtuamos lo que somos y lo que queremos. Es como la vida misma: Cada día se debe ser más "uno mismo". Obviamente no podemos tampoco caer en el extremismo de hacer las cosas sin importarnos en lo más mínimo la opinión de los demás. Es un balance entre lo que se quiere y lo que puede gustar a quienes nos aprecian. El arte es comunicación. Sin comunicación, no hay arte. Si no entramos en cierta sintonía con quienes queremos captar, no estaremos logrando lo que queremos. Sólo el tiempo, la paciencia y la constancia brindan este conocimiento. Así que, en resumen, diría que estos tres aspectos son vitales: personalidad, paciencia y constancia.
David Toro es un compositor, arreglista y productor musical venezolano que se especializa en el área publicitaria. http://www.myspace.com/davidtoromusic
La sabiduria te la da la experiencia, pero la ingenuidad da la genialidad. Esta es mi opinión después de 40 años en la música. Al principio no sabes mucho, pero tienes ideas, ganas de hacer, crear. Después logras desarrollarte, conceptualizar y conseguir tu propio vocabulario.
El reconocido baterista Gerardo Ubieda ha sido desde 1977 la pieza unificadora de la legendaria banda venezolana de rock progresivo Témpano, líder de la agrupación OdraReg, y acompañante de infinidad de artistas venezolanos de renombre. http://www.tempano.com ____________ Notas relacionadas:
Algunos son viejos amigos con los que he podido trabajar; otros son colegas que respeto y con quienes me cruzo en esta movida musical; unos más son modelos que decidí seguir desde la adolescencia; y otros cuantos son nuevos amigos que he podido conocer gracias a lo positivo de las redes sociales en Internet. A cada uno pedí una respuesta a esta pregunta:
¿Qué te habría gustado saber cuando te iniciaste en esta carrera?
Enseguida comenzaron a llover mensajes, algunos breves y lacónicos, otros tan extensos como un artículo entero; pero todos plenos de experiencia personal y valiosa. Fue interesante leer ideas que se solapan y a la vez confirmar que cada individuo tiene un poco de sabiduría única que es para mí un privilegio compartir con quienes leen este modesto blog. A todos ellos agradezco su disposición y aporte a la mejor clase magistral que pueda alguna vez brindar en este espacio. Mi admiración siempre.
La recomendación para los que están comenzando es seguir ensayando y tocando en las buenas y en las malas; es decir, la constancia. También hay que aprender cuándo decir sí y cuándo decir no, ya que los músicos tienden a involucrarse en todo lo que les proponen y no todo es bueno (aunque lo aparente). A veces es más importante dejar de tocar.
Aditus es una de las bandas más populares y reconocidas de Venezuela. En sus más de 30 años de trayectoria ha grabado 13 discos y producido numerosos éxitos que son clásicos en la radio. Su más reciente producción De Alcabala a Peligro fue lanzada en 2008. http://www.aditusonline.com
Nunca den nada por SOBREENTENDIDO. Dejen todo por sentado en un papel firmado, así se trate de nuestros mejores amigos. Recuerden que mientras más claras sean las cuentas, más conservarán las amistades. Con esto me refiero a que tenemos que cuidar nuestros derechos de propiedad intelectual como artistas, compositores y creadores. Firmar un papel, por más sencillo que sea, les puede ahorrar años de frustración, traición, juicios, dinero, entre mil cosas más. Pero, sobre todo, evitar la tranca y la evolución de ustedes como artistas. ¡TODO FIRMADO!
Convicción, constancia, disciplina, y sobre todo PACIENCIA, son claves del éxito. No tiren la toalla. La incomodidad es sólo una prueba para seguir echando pa'lante.
Jamás en esta vida se deja de aprender. Tenemos que vernos como esponjas. No importa la edad ni el lugar, mucho menos el juicio ajeno. Tomar riesgos para probar, aprender, experimentar y desarrollar, para mí son claves básicas de la evolución artística. ¡NO TENGAN MIEDO! Asumir riesgos y retos es parte de esta gran aventura.
No se detengan esperando a la disquera que los va a firmar. Olvídense del ticket de la lotería. En estos tiempos modernos todos podemos sacar nuestros discos de manera independiente. Ahorren, háganse un capital, júntense con la gente que es, estén claros con su concepto y, sobre todo, NO ES NECESARIO BUSCAR LA APROBACION DE NADIE.
Bélica, hija del reconocido tenor venezolano Carlos Almenar Otero, es una figura del underground caraqueño que mezcla trip-hop, pop, rock y blues, y acaba de terminar la producción de su segundo disco como solista, Chica Chic. http://www.myspace.com/belicamusica
____________ Notas relacionadas:
Creo en la imitación de la actividad admirable. En algún lado leí que, para ser exitoso, también sirve el método de emular a quien tiene éxito. Por eso en un principio me sentí motivado a seguir las ideas y los pasos de gente que me parece genial, progresista y próspera. Con cada experiencia, con cada logro y cada fracaso, se va uno haciendo la idea de cómo es el perfil del exitoso en este trabajo, y siempre quise compartir lo que he notado. Cuando comencé a escribir sobre el tema, el tiempo y el espacio me llevaron a dividir este artículo en dos partes (la primera está aquí) y, como les debo la segunda, procedo a saldar deuda. Aparte del autoconocimiento, el compromiso, los recursos, la adaptabilidad y la disposición a actuar y reposar, necesitamos:
6 Responsabilidad: La capacidad y el deber de responder ante lo que hacemos, lo que se espera de nosotros, y nuestros errores, ante los demás y ante nosotros mismos. Si nos comprometemos a dedicar nuestros talentos, cualidades y recursos a lo que nos llevará a la realización profesional, debemos tener claro que somos completamente responsables de que ello ocurra, nadie más. De nosotros depende aprender nuevos acordes, sacarle un mejor sonido a un aplificador de bajo, llamar la atención de la prensa, lograr un contrato discográfico, o conquistar un mayor público. No depende de más nadie, ni de profesores, ni de representantes, ni de la suerte. Y no pretendo decir que todos quienes aportan también sus talentos a nuestras metas personales a través de la cooperación o del trabajo remunerado son prescindibles; no pretendo menospreciar al valioso fan que apoya e inspira desinteresadamente. Me refiero a que somos nosotros mismos los iniciadores de nuestra carrera y los formadores de nuestros caminos. Todo acto es causa y a la vez efecto y, si tenemos un buen o mal mánager, nuestro sonido es excelente o mediocre, nos miman o nos tratan mal en un club, nos escuchan o nos ignoran, siempre seremos nosotros los causantes a través de nuestra actitud, nuestro obrar, nuestras decisiones, nuestro empeño, nuestra capacidad de inspirar a los demás. Por otro lado, tener un talento especial también implica el deber de cuidarlo y usarlo para bien; así nos volvemos éticos y no cometemos el pecado de anular un don preciado que muchos otros desearían tener. Si quieres cantar y quieres que te escuchen con respeto y reconocimiento, ¿de quién depende?
7 Humildad: Sin menospreciar nuestras cualidades, debemos reconocer que existen músicos con conocimientos más completos que los nuestros, más virtuosismo, mayor versatilidad y más experiencias de éxito. Hay que reconocer la veteranía de artistas que se iniciaron antes que nosotros y de quienes siempre podemos aprender. Admitamos que nuestras interpretaciones son susceptibles de mejoría en la medida en que nos dediquemos a nuestro desarrollo. Aceptemos que nuestras obras musicales son simplemente el modesto resultado de nuestra necesidad por expresarnos a través de las herramientas creativas (dentro y fuera de nosotros mismos) a las que hemos podido recurrir, y que no por ser fruto de esfuerzo han de ser del gusto de todo aquel que las escuche; aceptemos el rechazo como un gesto de respeto hacia las preferencias de los demás (siempre que ese rechazo no esté motivado por la discriminación, claro está). Reconozcamos la posibilidad de equivocarnos y de que otros estén también en lo cierto aunque tengamos opiniones contrarias. La humildad no es la aceptación de otros y el reconocimiento de nuestras limitaciones a regañadientes y con envidia oculta; es la actitud de aprecio hacia lo que distingue al prójimo, hacia la capacidad ajena de ser especial también; es también estar conscientes de que, si bien podemos ser líderes, precursores, innovadores, iniciadores, exitosos, también somos resultado de la contribución de mucha gente, directa e indirectamente. No vale solamente saber quiénes somos; vale también saber cuál es nuestro sitio y que somos parte de algo más grande. La humildad lleva al solista a permitir que el público admire al acompañante. Es una virtud que ayuda a la confluencia de todo lo que atrae el éxito.
8 Buenas relaciones: Dedicarse a la música es una labor profundamente social que nos exige “don de gente”, así seamos los seres más tímidos o arrogantes que puedan existir. Nuestro trabajo es esencialmente comunicativo; nuestra expresión requiere del oído que gustosamente se abre a nuestras melodías; nuestros esfuerzos son más efectivos cuando se comparten con gente que simpatiza con nuestros ideales; nuestros propósitos se concretan más rápidamente cuando nos comunicamos con respeto y reconocimiento, cuando hacemos del agradecimiento un gesto cotidiano, cuando se nos retribuye la magia que rodea la generosidad. El éxito podría medirse también con la capacidad que tenemos de atraer gente dispuesta a brindarnos cosas positivas, a quienes debemos lo mejor que tenemos. El interés en los demás es importante y debe practicarse como una forma de “personificación” o “humanización” de entes tan genéricos como “los fans”, “la prensa”, “el público”, “la industria”. Quien se interesa en nosotros merece también atención; debemos evitar el egocentrismo o la inaccesibilidad, hacernos amigos de quienes acompañan nuestro viaje, del asistente de tarima que corre a traernos la botellita de agua y nos cambia la cuerda rota, del crítico que nos quiere perfectos, del promotor que nos recibe en una ciudad tras invertir su dinero en nosotros, del jovencito que se acerca a pedirnos un autógrafo no porque seamos estrellas y merezcamos idolatría (estamos en la Tierra, no en el cielo), sino porque admira que podamos hacer algo que lo emociona o que quiere imitar y una firma nuestra nos hace más suyos. Si quieres que te escuchen, escucha; si quieres amor, ama.
9 Equilibrio: He visto talento y potencial disminuidos por el desbalance: la salud descuidada, la rendición ante vicios, el fanatismo, la promiscuidad, el abandono de hábitos cuando se cree ya obtenido el éxito, la ignorancia, la vanidad, el mal temperamento. Igual como podemos ser responsables de atraer logros, podemos ser nuestros propios enemigos y sabotear nuestras intenciones sin darnos cuenta. El espíritu artístico es propenso a la liberación de todo lo que usualmente se frena y se limita, a la prueba de lo que no se ha probado, a la exaltación de las emociones, al atrevimiento y al exceso; pero el alcance de metas exige una mínima dosis de mesura y autocontrol.
10 Pasión: Es disfrutar esa mezcla del fervor con la emoción del reto; de la inquietud que acompaña la creación, con la fascinación que causa el resultado; del placer que da la comunión entre músicos y audiencia en un divertido juego de expresión artística, con el entusiasmo inagotable que nos hace jóvenes eternos; de las horas que vuelan cuando hacemos lo que nos gusta, con la fortaleza que nos hace más llevadero cualquier sacrificio y más defendibles nuestras ideas; del paliativo escape y la necesaria catarsis, con el ánimo de hacer lo mismo todos los días de nuestras vidas así no nos paguen. Es sencillo: cuando sentimos amor por aquello a lo que nos dedicamos, somos indetenibles y el éxito no nos puede eludir.
Todos estos elementos que veo necesarios para crecer pueden solaparse, y cada músico puede tomarlos como una referencia para medir sus capacidades. En mi caso, busco constantemente desarrollarlos todos para seguir sintiéndome una persona realizada; y dentro de unos segundos, cuando le coloque el punto final a este texto, me habré sumado otro pequeño gran logro. Espero que ustedes se sumen uno también hoy.
____________ Notas relacionadas:
A los artistas musicales a menudo se nos califica el nivel de éxito según el número de discos grabados, la frecuencia de nuestros conciertos y el tamaño de sus auditorios, los otros artistas que nos rodean, altos números de ventas, la cantidad de fans, la posición de una canción nuestra en carteleras de radio, e incluso cuánto se reproducen nuestros videos en YouTube y MTV. Además, se nos mide de acuerdo a nuestras apariciones en entrevistas de TV, las nominaciones y los premios recibidos, cuántas ciudades se suman a nuestras giras, y la cantidad de versiones que otros artistas hacen de nuestras melodías. Pero, para mí más importante aún, está también la simple medida de la satisfacción personal como prueba más inmediata de nuestros logros individuales.
No escribiría esto si no me sintiera exitoso. Sin duda habrá quien note en este momento de mi carrera que no soy recurrente en la televisión, ni en la radio, ni en las salas de concierto, ni en las listas de iTunes. No podría medirme con esas varas, pero sí me siento muy complacido con mis modestos logros, con lo que he alcanzado a nivel profesional de una manera anónima, con los nuevos amigos que han decidido acompañarme el camino y con el hecho de que ahora debo pasar horas respondiendo emails de quienes me expresan apoyo. Y el éxito también lo tienen muchos otros colegas a ese nivel esencial, en quienes he notado los siguientes elementos fundamentales que creo pueden ayudarnos a alcanzar lo que queramos, como creadores de música o simplemente como individuos que desean progresar.
1 Autoconocimiento: Es fundamental tener claro quiénes somos, qué deseamos, qué sabemos hacer y qué no, qué virtudes poseemos y qué debilidades nos limitan, qué tipo de personas preferimos tener alrededor, qué necesitamos mejorar, qué necesitamos afianzar, cómo nos percibe la gente y cómo deseamos ser percibidos. Saber quiénes somos y apreciar nuestras cualidades alimentan nuestra identidad y autoestima, nos dan mayor confianza en nosotros mismos y nos hacen merecedores y receptores de éxito. Si eres un cantante lírico que quiere interpretar canciones infantiles a ritmo de vallenato acompañado de ukulele en plazas públicas, porque es lo mejor que haces en la vida y quieres dedicarte a ello, celébralo y no esperes, cree en ti mismo y hazlo. Por otra parte, si sabes que no cantas bien y que eres un excelente timbalero, suelta el micrófono y afina los cueros, por favor.
2 Compromiso: Cuando queremos algo, sólo podemos alcanzarlo si dedicamos nuestra concentración y nuestros actos a ello. Es un matrimonio con la meta; es lo que motiva la constancia y evita que nos desviemos de nuestro propósito. Al comprometernos con nuestro ideal, hacemos lo posible por priorizar, planificar, practicar la virtud de la disciplina. Es casi matemático: si nos dedicamos a medias, las cosas nos saldrán a medias; si no nos compremetemos por entero, incompleto será lo que logremos, y eso sólo puede llevar a la frustración. ¿Quieres tocar en la sinfónica nacional? Deja ese empleo como mariachi. Y tú, ¿quieres ser mariachi? Deja de ser abogado. ¿Que la plata no alcanza y necesitas un empleo extra? Búscate dos como mariachi.
3 Recursos: Nuestras limitaciones se superan con recursos, mentales, humanos y materiales. La creatividad es una herramienta imprescindible, no sólo para darles vida a composiciones e interpretaciones musicales, sino también para resolver problemas e idear estrategias de promoción, por ejemplo. La paciencia también ayuda y, si no la tenemos, debemos desarrollarla. Igualmente la capacidad de negociar o de simplemente usar una computadora para configurar un perfil en Facebook, el cual también es un recurso. Todo talento es una herramienta también, lo sabemos, y si aparte del obvio don musical, hay otros necesarios que no poseemos, hay que desarrollarlos o recurrir a quien sí los tiene. Por supuesto, también necesitamos dinero, instrumentos, salas de ensayo, técnicos, contadores, publicistas; la lista la conocemos. El asunto es que, si sabes lo que necesitas, debes tenerlo: y si confías en lo que eres y estás comprometido con lo que anhelas, seguramente harás lo posible para conseguirlo. Se supera quien aumenta sus propios recursos a todo nivel.
4 Adaptabilidad: Como reza el dicho, la única constante es el cambio. En realidad, nunca seremos los mismos. Nuestros gustos varían; nuestras necesidades llegan a ser otras; la gente con la que trabajamos puede seguir otro camino; nos casamos o divorciamos; llegamos a ser padres y a perder gente muy importante en nuestras vidas; sufrimos experiencias traumáticas que pueden llegar a anularnos y podemos de repente adoptar creencias completamente distintas. Y todo esto les pasa también a aquellos a quienes dedicamos lo que hacemos: nuestro público o nuestro mercado, como se quiera ver. La tecnología avanza; nuestras máquinas se deterioran y vuelven obsoletas; el reggaetón puede pasar de moda y cederle su lugar al "bolerón" o al "rock-and-rolletón"; la gente dejará de comprar CDs y la música simplemente volará todo el tiempo por el aire esperando a que alguien la capte en su super-smart-phone de séptima generación. Todo campo profesional sigue ese principio darwiniano de evolución del más apto, y ello exige capacidad de adaptación sin dejar de ser la misma especie. Adaptarse al cambio no implica volverse como los demás, sino seguir siendo quienes somos en esencia después del ajuste. Y para adaptarnos, necesitamos identidad y recursos. ¿Eres especie en extinción?
5 Movimiento y reposo: Obvio, para tener éxito hay que trabajar, actuar, hacer, echarle ganas, correr incluso. Pero es mentira que la gente exitosa sólo trabaja y trabaja. Después de largas horas de grabación, dedos ampollados o un posible síndrome del túnel carpiano, hay que relajarse y disfrutar de la música que hemos creado. Después de sudar en el escenario, hay que parar y gozar el aplauso. Después de una gira, hay que pasear en la montaña, jugar a la pelota con un niño, ver el mar con amigos y familiares, o realizar esa fantasía de hacer el amor a luz de luna. Y debe ser un reposo total que repone, que ayuda a asimilar lo que se ha hecho, que facilita la autoevaluación, la recarga de energía y metas. No debe ser un reposo con culpa por no estar haciendo nada. Exhaustos, aislados y sin el aliciente de otras satisfacciones en la vida, no podremos sentirnos plenos y felices. Alguien infeliz no puede ser productivo y exitoso.
Así que ahora me voy a reposar. En mi próxima nota explicaré los otros cinco elementos que necesitamos para crecer aún más profesionalmente, que parecen extrapolarse a cualquier campo y que sin duda pueden complementarse con otros que ustedes consideren pertinentes. Ah, y hablando de música, ¿ya han escuchado la mía? ¿Aún no? ¿Cómo va a ser?
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