Importante es ese carácter de sobresaliente. Tienes que hacer algo que llame la atención de manera contagiosa sin importar si es bueno o malo; algo que motive a un desconocido a fijarse en ti y a correr la voz al respecto, ya sea para apoyarte o denigrarte, según sea el caso. Y basta que la noticia sea compartida por gente que no pertenezca a tu círculo cercano. Esos son los requisitos de la fama: acto peculiar, extraños compartiéndolo.
Hace unos días me llegó otro de esos comentarios despectivos que me expresan, en resumen, que yo no soy nadie para decir alguna u otra cosa en relación a lo que implica dedicarse a la música. Uno de los argumentos en ese mensaje era el de que no tengo fama alguna, que nadie me conoce, que mis canciones no suenan en radio y cosas por el estilo. La premisa era algo así como que no soy lo suficientemente popular o reconocido como para darles mérito a mis opiniones.
Pero esta nota no es para defenderme; es para aclarar algo según mi perspectiva:
Creo que sí soy famoso.
El rollo no es si lo que hago es excelente o deficiente. Yo lo que veo es que hay gente desconocida que se acercó; ya no sólo mi familia y mis amigos cercanos me escuchan y me leen. Es decir, ¡yo no tengo tantos primos en Facebook! (aunque a muchos les parezca poco), y no sé quién me escucha cuando tengo la oportunidad de ser entrevistado (algo raro de por sí).
Como sea, hay alguien que no conozco que está allí, al otro lado, que se identifica de alguna forma con lo que soy y que no necesariamente me ve como una estrella, sino como un reflejo de lo que esa persona es también. Quizá lo sobresaliente en mi caso es que no soy sobresaliente. No sé explicarlo.
Y esa es la fama que me he buscado sin planearlo mucho, la que viene de la identificación, de la conexión entre extraños por algo en común. Ya no quiero buscar gente ni caer en esas campañas en busca de adeptos, ni me interesa hacer lo imposible para que me encuentren y me tilden de popular. Y esta no es una afirmación que nace de la prepotencia o de la rebeldía; es algo sincero. Canto canciones y ellas se van a algún lado; con el tiempo, me regresan con la sonrisa de alguien que nunca existió para mí hasta entonces. Escribo lo que siento y luego la reflexión se va a alguna parte; al rato, me regresa con la crítica de una persona que era nadie para mí hasta entonces.
Dos extraños.
Fama.
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