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1 de octubre de 2015

Los 15 años de "En"


Mi papá me hacía escuchar música instrumental desde que tengo uso de razón. Podían ser clásicos con orquesta sinfónica o toda su colección de LPs de Paul Mauriat, Ray Conniff, James Last, Ronnie Aldrich, y artistas por el estilo; más lo que hacían venezolanos como Juan Vicente Torrealba, Aldemaro RomeroAlexis Rossell (de quien nunca olvido su presentación en 1979 cuando se inauguraron las transmisiones de la TV a color en Venezuela).

Cuando estuvo de moda el sonido cuadrafónico, era lo instrumental lo que más se escuchaba en la sala de la casa, y yo lo disfrutaba muchísimo. Le preguntaba a mi papá cuál era tal o cual instrumento que sonaba y él me iba diciendo. Así aprendí por adelantado lo que luego me enseñarían en un conservatorio.

5 de abril de 2011

Canciones raras en mi vida: I've Got You Under My Skin de The Four Seasons

A veces me preguntan por qué me gusta cantar en falsete o imitar la voz de mujer, y siempre respondo que así fue cómo aprendí a cantar (si se puede decir que aprendí). Uno de los primeros LPs que me regaló mi papá cuando tenía yo unos 6 años, fue una recopilación de éxitos de Frankie Valli y The Four Seasons, y ese disco se volvió mi favorito. Cuando iba a la escuela y me sentía aburrido, me daba alivio saber que luego llegaría a casa a escucharlo. Lo hacía todos los días.

6 de febrero de 2011

De cuando canté con Jon Anderson

Esta nota es sobre una grabación en la que canto junto a Jon Anderson. Más abajo hallarán la forma de escucharla, pero antes les cuento un poco de historia.

Anderson, con su voz infantil, su manera mística de crear música y su impresionante banda Yes, llegó a mí un día de 1981 cuando mi papá me regaló una edición importada del LP Time and a Word (puedo decir con orgullo que conocí a Yes antes de que pegara Owner of a Lonely Heart en la radio). Nunca había escuchado algo similar. Luego un compañero del conservatorio me hizo escuchar un disco de Jon y Vangelis y ese fue el golpe de gracia. Al poco tiempo, me hice de la colección entera de Yes hasta la fecha, y Jon Anderson, si saberlo él (ni yo), se volvió un mentor virtual para el compositor que justo entonces empezaba a nacer en mí.

19 de diciembre de 2010

Canciones de Pasado Mañana: Alguien detrás de ti

Es la segunda canción en mi reciente recopilación Pasado Mañana / Uno, y aquí les cuento detalles sobre ella.

origen

Creo que nació entre 1987 y 1988, y no recuerdo si era para alguien en particular. Algo que sí sé es que era una canción para jugar musicalmente; la letra no era lo relevante, y por eso no es tan original. Me divierte muchísimo al piano y tiene básicamente tres secciones: en la primera, una enérgica sucesión de acordes sobre un bajo repetitivo que me sonaba muy cool; la segunda, unos acordes repetitivos sobre un bajo en movimiento que crea una armonía interesante en lo que debe ser la parte "suave" de la canción; la tercera, una coda incoherente porque... bueno, me quería dar el gusto, jaja. La diversión en el tema es para animar, después de todo; ésa es su misión.

Después de escuchar el disco Power Windows de Rush en el 85, y el álbum Union de Yes en el 91, mi música nunca fue la misma. El estribillo de Alguien detrás de ti pretende emular los imaginativos arreglos de esos trabajos, con melodías, efectos y sonoridades que saltan de todas partes y te envuelven, arpegios, voces intercalándose (es para escuchar con audífonos). Como decía mi baterista, Chicho Tedesco, es "la canción de los tres redoblantes", porque, de hecho, el estribillo comienza con uno electrónico, luego pasa a un segundo con un sonido más reverberado, para caer después en uno acústico que domina la canción. Repito, era un tema para volverse loco tocando, no cantando.

letra

no necesitas esconderte en tu cuerpo
sal de allí
no me importa que digan de ti
qué sospechan de ti
no debes llorar por penas
no subestimes tus fuerzas
y ven a mí
quiero ser ese alguien detrás de ti

no llores más
no llores más por tus sufrimientos
deja escapar
deja escapar tus sentimientos

no intentes luchar con el tiempo
él te ganará
no intentes borrar recuerdos
falta te harán
no debes llorar por penas
no subestimes tus fuerzas
y ven a mí
quiero ser ese alguien detrás de ti

no llores más...

imagínate en sueños de otros
y noche serás
imagínate en risa de otros
y alegría serás
imagínate en labios de otros
y palabra serás
imagínate en mi corazón...

curiosidades
  • A finales de los 80 y principios de los 90, la tocaba con mi antigua banda SPL. El arreglo era distinto, a trío.
  • Su primera versión grabada, un demo hecho en el 92, me ayudó a conseguir el contrato con la disquera Cygnus, a pesar de que no tiene la energía de la versión definitiva (el demo está incluido en la Edición Limitada de Pasado Mañana / Uno).
  • Es el tercer tema de mi disco Morfeo y, sin importar lo que los demás piensen, sigue siendo uno de los arreglos musicales que más orgullo me dan. A veces me pregunto "¿Qué me fumé esa vez?"
  • Una vez alguien me dijo. "Debieron haber ensayado un montón para grabar esa canción". Pero la verdad es que nada (en serio, nada) de lo que he grabado como solista desde 1992 se ha ensayado antes de darle al botón de "record". Quizás parezca difícil de creer, pero es que así ha sido mi método de trabajo siempre: se me ocurre el arreglo y grabo de una vez (o pido a otro músico que toque esto o aquello ahí mismo, en el estudio, sin practicar mucho). No tener que ensayar es una bendición para mí.
  • En la parte instrumental al final --sí, esa que parece no tener nada que ver con la canción--, mi pana Tony se puso a improvisar con la guitarra, ayudándose con un efecto emanado por un sofisticado (y carísimo) procesador Harmonizer Eventide que alguien había dejado guardado en el estudio. Como no estaba el dueño, nos aprovechamos y le sacamos el jugo ;)
  • Mi amigo y cantante Kussy Pereira hizo posteriormente una versión de este tema, ¡que aún no he escuchado! (Kussy, si me lees, ¡dame la sorpresa!)
créditos

Música y letra: luiser
Arreglado y producido por luiser para el disco Morfeo (Cygnus, 1994)
Grabado y mezclado por Máx Álvarez en el estudio Audio Artist, Caracas, Venezuela (1993)
Remasterizado por Tony Ruíz (2009)
Producción ejecutiva: Juan Carlos Pérez
Tony Ruíz: guitarras eléctricas
Max Álvarez: solo de guitarra eléctrica
luiser: voces, teclados, bajo MIDI, secuencia de batería y percusión

escucha

02 luiser - pasado mañana 1 - alguien detrás de ti by luiser
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Notas relacionadas:

15 de noviembre de 2010

De cuando defendí a Ilan Chester en la TV

El pasado 11 de noviembre, Ilan Chester se ganó un Grammy en Las Vegas y ello me emocionó por la asociación que puedo hacer de la noticia con recuerdos en mi memoria. Un día después, alguien compartió conmigo un especial video que terminó siendo el último empujoncito necesario para lanzarme definitivamente a escribir sobre Ilan (algo que tenía pendiente desde hace tiempo; el video está más abajo).

Como muchísimos venezolanos, me percaté de la existencia de este cantautor a principios de los 80, cuando su Canto al Ávila me cautivó. Siendo yo un adolescente que se iniciaba como compositor y tecladista, descubrir que en mi ciudad alguien hacía lo que yo soñaba hacer a ese nivel, fue inspirador. Franco De Vita comenzaba su auge también y tenía su nosequé; Aditus, con George Henríquez en las teclas, me contagiaba; pero yo me identificaba con Ilan. Su voz era simplemente la más expresiva, versátil y mejor controlada de todas; sus arreglos giraban en torno a su trabajo en el piano y los sintetizadores, con un lenguaje de pop, jazz, rock, blues y ritmos latinos, muy balanceado, muy elegante, muy bien pensado, muy digerible. Me sonaba a Billy Joel, a Toto, a Elton John; y era hecho en mi país en un momento en que yo necesitaba un modelo a seguir que fuera más local.

Y mi admiración nació. Ilan se volvió algo así como el maestro a igualar. A él lo comenzaron a llamar "el músico de Venezuela", y así lo veía yo. No era el fan común; era el novato que reconocía talentos que deseaba desarrollar.

Los años pasaron y fui caminando los kilómetros de mi propia carrera. Grabé mi primer disco y al poco tiempo nos cruzamos. Fue en 1994, en un estudio de ensayo; yo con mis músicos en una sala; él con los suyos en la de al lado. Y sentí la necesidad de rendir el tributo, de expresar gratitud por la inspiración; así que le escribí algo en el librito de un CD mío y me le acerqué en el lobby la siguiente vez que coincidimos en el lugar.

No recuerdo qué le dije, pero sí tengo grabada la imagen de cuando nos dimos la mano, de la expresión en su rostro cuando le di el disco. Creo que simplemente le manifesté que lo tenía en alta estima y que ese regalo era lo mejor de mí que podía darle en agradecimiento. ¿Cuál había sido luego el destino final de mis canciones? ¿Las habría escuchado? ¿Se le habrían perdido? Si llegó a escucharlas, ¿le gustaron? Ni idea, y no importaba; yo quería el acto simbólico y quedé satisfecho.

Luego en el 96, Ilan dio sus conciertos de "despedida", una jugada que se mercadeó de una manera ambigua y que hasta el día de hoy se sigue recordando, puesto que, obviamente, él nunca se retiró como músico. Yo fui a uno de esos shows, que es otro de mis recuerdos gratos porque fue el preámbulo de una noche notablemente romántica para mí ;)

Pero yo sí entendí lo que pasó. Chester no se despedía de los escenarios ni se estaba jubilando. Como de hecho fue, se estaba retirando de la disquera que lo tenía contratado y se declaraba oficialmente un artista independiente, sin ataduras; una decisión valiente. Era otra coincidencia con mi situación. Yo estaba entrando en esa etapa de completa decepción, frustración y estancamiento, porque mi sello discográfico se volvía un caos y la posibilidad de firmar con otro que me diera libertad plena de hacer lo que yo quisiera musicalmente, se había vuelto utópica. Mi independencia era inminente.

Y la independencia de Ilan comenzaba a dar frutos. Para el 97, su valentía lo había llevado a versionar el himno nacional de Venezuela como una balada pop, la más hermosa y sensible interpretación de ese símbolo patrio que he escuchado en mi vida. La sencillez de su voz y su piano, y el sentimiento en la ejecución volvió nuestro canto patriótico algo más personal con lo que era más fácil identificarse. Pueden escucharlo en el video; aquí está.



Ya no era el arreglo coral y orquestal cansón y quemado que nos obligaban a oír antes de comenzar clases en la escuela. Esa nueva versión fresca y emotiva me tocaba más directamente la fibra de venezolano y me recordaba el osado acto que había realizado Jimi Hendrix unos 30 años antes, cuando el himno de Estados Unidos vibró en su guitarra eléctrica ante el público de Woodstock.

El de Ilan era un atrevimiento que causó polémica. Fue cuando una alumna de piano que yo tenía entonces me dijo: "Me invitaron a la TV para discutir sobre si está bien que el himno nacional sea interpretado como a la gente le dé la gana. ¿Quieres acompañarme?"

El programa era el famoso A Puerta Cerrada que conducía la periodista Marietta Santana en Radio Caracas Televisión; y allí me vi entre puristas y vanguardistas, músicos y académicos. No recuerdo tampoco mis palabras exactas ese día, pero obviamente fue un argumento en contra de la posición tradicionalista de un profesor del conservatorio de música en el que yo había estudiado; en apoyo a una grabación que, lejos de irrespetar, enaltecía; en apoyo a la personalización, a la libre expresión, a la validación de una particular muestra de nacionalismo cuya melodía, por cierto, era la misma de la canción de cuna que solía escuchar de pequeño.

Duérmete mi niño
que tengo que hacer...

Justo en esos meses conocí de la nada a Harry Lerner, un melómano que buscaba quien le enseñara a su hijo adolescente a usar su nuevo sintetizador, una tarea que asumí con placer porque se trataba de un muchacho con un gran talento (hablo de Salomón Lerner, director musical del reciente montaje de Jesucristo Superestrella en Venezuela; así de bueno resultó). Y en una de esas tertulias musicales que solía tener con él, Harry me dice que estudió con Ilan en el colegio y me cuenta lo cerca que vivió sus inicios. Yo, por supuesto, le cuento que lo admiro y blablablá, y entonces él me lanza la perla: "¿En serio? Los voy a invitar a él y a ti a cenar en casa para que lo conozcas mejor".

Y así pasó. Esa noche Ilan Chester y yo fuimos, por igual y en el mismo sitio, invitados especiales de una velada. Para mí, fue dimensionar al personaje y completar el modelo inspirador. En el estar, antes de comer, al lado de su esposa de entonces y de sus hijos, me dio una razón reveladora y muy bien fundamentada de su vegetarianismo; y conversando de otras cosas, entendí más su peculiar arrogancia y seguridad en sí mismo.

En la mesa, surgió lo del programa de TV y sus comentarios lo sellaron todo. A él no le importaba lo que los demás dijeran; su espíritu era libre; su fe en lo que hacía era indestructible; y yo terminé de convecerme. Me declaré artista independiente para siempre. Ya no importaba radio, ni TV, ni disqueras, ni controles. A hacer música como quisiera sin rendir cuentas.

Luego de cenar, subimos a la habitación de Salomón y los tres tocamos algo en su sintetizador. No nos pusimos a cantar ni nada así; fue sólo una especie de intercambio de opiniones sobre la peculiaridad tecnológica del aparato. Cuando le mencioné el episodio de mi disco como regalo, me dijo que lo recordaba ¡y que le había gustado! Y eso es lo último que me queda de esa ocasión. Más nunca lo vi en persona; más nunca coincidimos.

Todo eso pensé fugazmente cuando supe que había ganado el Grammy. Me emocioné también porque es un artista independiente obteniendo un premio que tradicionalmente se lleva gente de megadisqueras que suena en la radio hasta la locura. Era un reconocimiento merecido desde hace tiempo, y aquí lo celebro en mi rincón personal, desde mi óptica. Gracias de nuevo, Ilan.
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10 de diciembre de 2009

Feliz vida nueva (versión Neil Peart)

Octubre 11, 2002. West Palm Beach, Florida. A poca distancia de la entrada al anfiteatro, estaba el enorme quiosco de merchandising. "Rush / Vapour Trails Tour" se podía leer por doquier, y lo que enseguida me hizo salivar -si se puede decir- fue ver en venta los libros de Neil Peart. Increíble. Los quería, y ahí estaban.

Mientras compraba los libros añorados, el librito de la gira, tres gorras, dos juegos de pins, un afiche y dos camisetas, sentí la presión de justificarle a una pareja que me veía lo que parecía la conducta de un fan obsesivo:

luiser: I'm coming from Venezuela just for this. My first Rush show, guys!
Guys: Oh... (Whatever...)

En ese momento me sentía como un niño de 5 años en Disney World por primera vez, o como un fan del Barça en Nou Camp. La emoción era fuerte, aunque suene cursi. Durante veinte años había crecido escuchando la música de esa banda y verla en vivo era algo que tenía que hacer algún día. Y mi entusiasmo adolescente estaba sumado a una felicidad colectiva que en esa ocasión, sin duda, era por una celebración; y les cuento por qué.

Neil Peart es quizás el músico que más admiro, no sólo por ser uno de los bateristas más versátiles, influyentes e impresionantes del mundo (es más que opinión personal; pregunten a cualquier baterista); sino por haber estado siempre a cargo de componer las letras del repertorio de Rush, un verdadero compendio de los versos más genialmente balanceados en términos de composición, introspección, sabiduría, emotividad y universalidad; y por ser un escritor (un anhelo mío) que ha dejado en prosa, por ejemplo, lo vivido durante su viaje en bicicleta a través de Camerún (también admirable).

La otra razón de mi admiración es una lección de vida.

En 1997, tras terminar una exitosa gira, en la cúspide de su carrera, en una noche de descanso, la policía llega a casa de Peart. Minutos después, él y su esposa reciben la noticia de que su única hija, de 18 años, acababa de morir en un accidente de tránsito. Primer golpe.

Diez meses más tarde, en profundo luto, la esposa de Peart, víctima de una de esas depresiones que enferman, sucumbe al cáncer. El músico pierde a su compañera de vida. Segundo golpe.

Dada la fama, las tragedias fueron noticia en los medios, no como chisme de tabloide en realidad, sino como la reseña solidaria y preocupada de una gran comunidad de seguidores y periodistas especializados que siempre han visto al artista con mucho respeto. Los otros músicos de la banda dijeron lo esperado y oportuno de quienes son principalmente buenos amigos antes que compañeros de trabajo: "Rush nunca será tan importante como el dolor que necesita superar un ser querido". Y el grupo quedó en el limbo.

Y yo sentí esa rara tristeza que muchos otros fans también sintieron. Seguramente ya no habría más de esas canciones tan únicas, pero esa inminente falta no era lo que acongojaba en verdad. Era imaginar caído a alguien que nos brindaba emoción, inspiración, el consuelo a través de estrofas con las que nos identificábamos, la profesionalidad que algunos queríamos imitar. Si han sido fans de alguien por años, entenderán lo que se siente ser contraparte en esa especie de amistad platónica. Tercer golpe.

Como ya saben, Peart se recobró a los pocos años y Rush grabó un nuevo disco y salió de gira. Días después, ahí estábamos en el anfiteatro, esperando al amigo que había perdido a su familia, para celebrar su regreso y la vida que continúa. Para muchos en el lugar, era el segundo, tercer, cuarto show de la banda. Para mí, era la primera oportunidad de transmitir más de cerca la admiración y la gratitud por la inspiración. Al sonar el primer acorde, vi mucha gente llorar.

Pero ese no es el verdadero final feliz. Aunque no lo crean, uno de los libros que compré ese día lo comencé a leer hace un par de meses, y ha sido algo esperanzador y sumamente oportuno para mí. En Ghost Rider, Neil Peart detalla sus tragedias y narra el momento cuando les dice a sus compañeros de banda, "Considérenme retirado". Luego, agobiado por estar en una casa con tantos recuerdos que herían, decidió seguir la sugerencia que su esposa le había dado cuando él le dijo, recién fallecida su hija, que no sabría qué hacer si ella también moría.

Yo sé qué harás. Te subirás a tu moto y te irás sin rumbo fijo para no volver.

Lo que sigue es la bitácora de un hombre que llora a los dos seres que más había amado, solo, de motel en motel, atravesando Canadá, Estados Unidos y México, ida y vuelta, en búsqueda de una sanación a su espíritu, de la reconciliación de sentimientos negativos que lo estaban consumiendo. Apenas he leído la tercera parte del libro, casi que con la lentitud de su odisea, y me ha maravillado entrar en la mente de una persona con el coraje necesario para superar un trauma similar.

Y la mejor conclusión de esa historia no es la que aún no he leído, ni es el hecho de que vi a un músico feliz y renovado en Florida aquella noche. Lo más hermoso que recompensa esa fortaleza de carácter lo descubrí por casualidad como una noticia en el website de Peart cuando, a los días de iniciar mi lectura, sentí curiosidad por saber en qué andaba.

En agosto pasado, su nueva esposa, a quien conoció durante ese viaje paliativo, le dio una hija.
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25 de junio de 2009

Don't Stop 'til You Get Enough

Era yo un niño cuando vi a Michael Jackson, adolescente, bailando junto a sus hermanos en un estudio de televisión en Caracas. Tengo grabada la imagen en la mente, como si la hubiera visto ayer. Impresionante su forma de moverse. Impresionante el juego de su voz. Impresionante ver a una persona demostrar que la música está en cada una de sus células.

Pocos años después sale una de las joyas de la música pop estadounidense, Off the Wall, un disco con el elegante toque y la impecable producción de Quincy Jones, que mezcla música disco con funk, rhythm & blues y soul, y que era sin duda el perfecto abreboca de lo que luego sería Thriller. Todavía hoy, Don't Stop 'til You Get Enough, con la sabrosura de su percusión menor dentro de la genialidad de un arreglo que produce magia con apenas dos acordes sobre un monótono bajo, me sigue pareciendo, como músico, la perfecta obertura de lo que sería un impresionante aporte artístico al mundo del disco.

Quizás muchos no lo noten aún, pero hoy ha fallecido otro como Lennon, Mercury y Hendrix; y, a pesar de mi tristeza, me alegra haber aprendido algo de lo que el niño que cantaba Ben quizo enseñar.

 

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Notas relacionadas:

17 de junio de 2009

Las notas

Mis motivaciones
- Ibuprofeno para el corazón
- Mi rison-guay
- Vuela por él
- Las canciones raras en mi vida: "Dreamer" de Supertramp
- Sin dinero da miedo, ¿verdad?
- Diez claves para el éxito de un músico (primera parte)
- Diez claves para el éxito de un músico (segunda parte)
- Róbame las canciones
- De cuando Trina Medina me echaba salsa encima
- De alante pa'trás
- El entusiasmo que revitaliza
- El sufrimiento positivo
- Son diez mil
- Se buscan superhéroes
- Luiser ya es trío
- 25 citas que me motivan como músico
- La nota sube a 3
- Los 7 hábitos del artista altamente ineficiente
- Don't Stop 'til You Get Enough
- 15 reflexiones para hacer música sin límites
- El artruista (o el artista que es altruista)
- 70 profesionales de la música dan sus consejos (1)
- 70 profesionales de la música dan sus consejos (2)
- 70 profesionales de la música dan sus consejos (3)
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- Los comienzos sin final
- De cuando Claudio Corsi me llevó a Viña del Mar
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- Oportunidad
- Mi 2009 en 38 tweets
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- De cuando Jon Lord me hizo crecer
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- De cuando le canté "Diferentes memorias" a Ricardo Montaner
- 4 cosas que me digo para curarme la vanidad de artista
- De cuando defendí a Ilan Chester en la TV
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- De cuando canté con Jon Anderson
- El primer libro de mi saga
- Luiser en 1994 (o la foto en una entrevista)
- El artista que olvida su rebeldía
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Mi música
- Grito y silencio: La idea
- El susto en el baño
- Cierra la boca y grita, así duela
- Déjame en paz (Episodio 1)
- Déjame en paz (Episodio 2)
- Si no estás (Episodio 1)
- De cuando Carlos Jaeger me hizo cantar jazz
- La más básica relación de amor de un músico
- Nueva canción: Contacto
- Viviendo en el cielo
- Déjame en paz (Episodio 3)
- Déjame en paz (Episodio Final)
- Nueva canción: Como siempre
- Mi nuevo disco: Pasado Mañana (o cómo un músico se vuelve ambulante)
- Si no estás (Episodio 2)
- Todo o nada (Episodio 1)
- Todo o nada (Episodio Final)
- Celebración (Episodio 1)
- Un regalo para mis fans
- Canciones de Pasado Mañana: Límites
- Canciones de Pasado Mañana: Alguien detrás de ti
- Canciones de Pasado Mañana: Grito y silencio
- Canciones de Pasado Mañana: No me preguntes quién soy
- Canciones de Pasado Mañana: Duelen
- Canciones de Pasado Mañana: Canario de jaula en la selva
- Canciones de Pasado Mañana: Diferentes memorias
- Canciones de Pasado Mañana: A lo lejos
- Canciones de Pasado Mañana: Déjame en paz, Como siempre, Contacto
- Canciones de Pasado Mañana: grabaciones inéditas
- Instrucciones para participar en el video de PM1
- Cómo va el video de PM1 (Episodio 1)
- Celebración (Episodio Final)
- Mi semana musical (Mayo 30, 2011)
- Los 30 años de mi primera canción
- Caminando y cantando con Capriles Radonski
- Los 15 años de "En"
- Déjame en paz (nuevo video)
- Si no estás (Episodio 3)
- Estoy bien (nueva canción)

13 de noviembre de 2008

Las canciones raras en mi vida: "Dreamer" de Supertramp



En 1974, en vísperas de la música disco, Supertramp grabó el primero de sus dos discos más famosos, Crime of the Century (el otro es Breakfast in America, de 1979), una obra de impresionante riqueza creativa que incluye una de las canciones más originales que he podido escuchar, Dreamer.

El tema se cruzó en mi camino una noche de 1981, si no recuerdo mal, viendo mi programa de TV favorito de entonces, La música que sacudió el mundo, una estimulante revista de rock audiovisual que conducía Alfredo Escalante en Venezuela y que inspiró a muchos músicos de mi generación. Lo que más me impresiona es que recuerdo vívidamente el exacto momento en que escuché los primeros acordes de Dreamer y vi a Roger Hodgson destacándose entre la penumbra de un escenario en París justo antes de soltar su peculiar voz. Se me grabó esa imagen para siempre, quizás por la grata sorpresa que me causó algo tan fresco, gracioso, inquietante y estimulante. Nunca había escuchado a alguien tocar así un piano, en una banda de rock que ¡no estaba usando guitarras eléctricas!; nunca había escuchado a alguien cantar con una voz tan fea y a la vez tan cautivante (la de Hodgson era uno de los varios atractivos de Supertramp); y el movimiento de un arreglo musical sencillo, juguetón y de detalles inesperados simplemente me agarró. Recuerdo que Escalante incluyó en ese programa otro video de la banda, el de The Logical Song --la canción más famosa del grupo, considerada una de las mejores de la música popular mundial del siglo XX--, y ahí quedé con la boca abierta con ganas de más. No existía YouTube, ni siquiera MTV, así que tenía que conformarme con lo poco.

Enseguida comencé a coleccionar los discos de Supertramp, y tanto los escuché, tanto sentí que hablaban un idioma que yo buscaba, que influyeron en mí luego como pianista, compositor y arreglista. Fue una escuela que admito se refleja en canciones mías como No me preguntes quién soy y Estimado Señor. Y hoy desperté con ganas de rendirles tributo a esas canciones extrañas o no muy escuchadas ya y que me han inspirado a crear. Es siempre mágico cuando una canción nos consigue, nos invade la vida y ya no se va. Todos tenemos alguna, ¿no? Así que ocasionalmente compartiré en el futuro otros de esos tesoros personales. Sería fabuloso saber cuáles son esas canciones que los han marcado a ustedes. Siéntanse libres de comentar.

P.D.: Una especulación mía. Creo que Dreamer tiene sutiles semejanzas con la canción Sweet Dreams de Yes, publicada unos años antes.

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