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23 de marzo de 2013

Por qué un artista no puede ser sindicalista


Hay una contradicción de fondo que desmerita por completo este esfuerzo. Un verdadero artista INDEPENDIENTE (y cualquier profesional similar en cualquier área), nunca, nunca puede ser sindicalista.

Primero, una verdadera independencia económica lograda con esfuerzo y buen manejo de una carrera (en el oficio al que te dediques), no te sumerge en la necesidad de verte protegido por un gobierno, por subsidios, tarifas reguladas, escalas de sueldo, descuentos en hospitales, ayuditas, donaciones, y todo lo que siempre terminan mendigando los sindicatos en Venezuela.

12 de agosto de 2010

Mis 17 razones para caminar la calle con un nuevo CD

Como ya les mencioné, salgo esta vez a la calle como un músico ambulante a entregar mi nuevo disco, Pasado Mañana, producido a mi manera, en lugar de hacer que una compañía lo fabrique y lo coloque en discotiendas. Para difundir mi música, mis actos han de ser coherentes con lo que creo y deseo, y estos son mis motivos:
  1. ¿Por qué no?
  2. Quiero salir de mi zona de confort y vivir algo nuevo, hacer algo que nunca he hecho. Quiero la aventura. Quiero la experiencia.
  3. Quiero confiar en el futuro incierto, que no tiene por qué ser adverso. Quiero seguir disfrutando de lo inesperado.
  4. Quiero fluir y dejar que las cosas pasen. Quiero perder el control y saborear la consecuencia.
  5. Quiero andar sin detenerme y dejar de propiciar que me detengan.
  6. Quiero vivir el romanticismo detrás de la idea del músico de calle, el inicio, el origen antes de que todo se desvirtuara con la industria del disco, sus rollos legales y el bizarro mundo que crea.
  7. No me interesan la fama, el reconocimiento y la riqueza fácil. Quiero la conexión, la transmisión, la simbiosis.
  8. No quiero vivir en un mundo de apariencias. No soy estrella ni soy inalcanzable.
  9. Quiero conocer más directamente a quienes pueden estar buscando lo que dicen mis canciones.
  10. Me motiva grabar melodías y salir a compartirlas de inmediato sin trabas, sin burocracia, sin intereses mezquinos, sin la injusta demora, sin la injusta remuneración, sin la competencia absurda.
  11. Me motiva el valor especial que tiene el trabajo artesanal que surge de un esmero más genuino.
  12. Quiero hacer más único lo que sale de mí.
  13. Quiero extender la experiencia de la sala de conciertos; quiero llevarla más allá del asiento en el auditorio.
  14. Quiero ser más considerado con lo que hago. Quiero apoyar una obra benéfica con una contribución más expedita que no dependa de aprobaciones y lentos procesos contables.
  15. Para algunos será rebajarse; para mí es avanzar por otro camino, feliz.
  16. Sólo yo soy responsable de lograr lo que quiero.
  17. Quiero el reto y probar que es muy poco lo que hace falta para lograr mucho.
Qué haré con mi disco

Antes de comenzar las presentaciones con mi banda, saldré a la calle a cantar, a hacer que otros me escuchen; sin micrófonos, sin tarima; en mi ciudad y fuera de ella. A quien me invite, lo visitaré y le daré música. A quien me llame, le cantaré. A quienes estén muy lejos, les llegaré de la manera en que se pueda. Quien quiera saber dónde estaré, ¡que me lea en Twitter! Quien quiera distribuir mis canciones en su país, que me contacte y le envío el material; ¡no cobro regalías! (es un concepto que no respaldo). Quien lo quiera, me pararé a su lado en la foto y le dejaré mi dedicatoria. Quien quiera tenerme, me tendrá. Quien quiera compartirme, me multiplicará. Quien quiera mi tiempo, se lo daré.
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8 de agosto de 2010

Mi nuevo disco: Pasado Mañana (o cómo un músico se vuelve ambulante)

El 17 de agosto lanzaré al mercado mi nuevo CD, Pasado Mañana / Uno, en condiciones tan particulares que entusiasmado quiero compartir aquí con ustedes:

En lugar de ponerlo a la venta en discotiendas y/o en sitios como iTunes, saldré a la calle con una maletita a venderlo yo mismo.

Puedo imaginarme los primeros pensamientos que origina este propósito:

  • WTF?!
  • Se volvió loco.
  • Antes de llegar a la esquina, lo roban.
  • Así de mal le estará yendo que se metió a buhonero.
  • ¡Qué degradación!
  • De eso no se vive.
  • Jajaja, se reirán de él.
  • ¿Y así quiere llegar lejos?
  • ¡Qué decepción!
  • ¿Y tengo que cazarlo por la ciudad para comprarle un disco?
  • Si no está en la tienda, mala suerte.
  • ¡Pero él es artista, no vendedor!
  • Yo estoy en España. ¿Se va a venir con la maletita para acá?

También imagino que quieren saber por qué haré algo así, y la explicación la hallarán después de contarles un poco sobre Pasado Mañana.

Mucha gente me ha dicho que quiere tener un nuevo CD mío, algo que vaya más allá de mp3s gratuitos que pueden descargar de mis sitios en Internet. En los últimos años, mi interés primordial ha sido brindar mis canciones sin barreras, y la facilidad e inmediatez del archivo digital sin costo me parece ideal para compartir mi música sin limitaciones. Por otro lado, al comenzar a escribir en este blog, manifesté mi desinterés en publicar CDs.

Pero me dejé animar por la petición de mis fans queridos, muchos de los cuales han ido más allá y se dicen interesados en escuchar grabaciones inéditas y en otras tantas cosas relacionadas con mis trabajos. Por otra parte, el año que viene la primera canción que compuse en mi vida cumple 30 años, así que un poco de celebración personal me inspira. Con todo esto, la idea la volví proyecto.

Como mis discos anteriores dejaron de editarse y las copias que quedan en el mercado son difíciles de encontrar, y como en los últimos años he ido publicando sencillos por separado, pensé que hacer un álbum recopilatorio era lo pertinente en esta ocasión.

Sin embargo, es tanto el material que incluirlo todo en un único CD es imposible. Además, por cuestiones meramente artísticas (manías mías) hay canciones que no combinan muy bien entre sí, por lo que presentarlas por separado me parecía mejor. Es así como decidí hacer la recopilación en dos volúmenes y se me ocurrió titular el trabajo Pasado Mañana, porque tiene música de vieja data y porque en su segunda parte (planeada para mediados de 2011) también se incluirán sencillos que compondré y grabaré en el futuro y que no tengo idea de cómo sonarán.

Qué incluye Pasado Mañana / Uno

Disco 1 - Las canciones:
02 Alguien detrás de ti
04 No me preguntes quién soy
06 Canario de jaula en la selva
07 Diferentes memorias
08 A lo lejos

Disco 2 - Los archivos:
- Todos los temas del Disco 1 en formato mp3 de alta calidad (320 kbps)
- Versiones inéditas de algunos de los temas (demos, ensayos en estudio)
- Antiguas grabaciones de principios de mi carrera (¡la más vieja incluida es de 1984!)
- E-book con todo sobre cada canción (letra, créditos de grabación, historia de su creación, y datos curiosos sobre su producción)
- E-book ilustrado con lo mejor de mi blog (La nota de luiser) hasta ahora publicado
- Videos
- Galería fotográfica que incluye imágenes nunca publicadas
- Audio de la entrevista que me hizo Gonzalo Fernández de Córdova en su programa La Soda de la Noche (HOT 94 FM, Noviembre 1994)

Todo este material será parte de la Edición Limitada de Pasado Mañana / Uno. Pero el álbum saldrá en otros tres formatos:

  • Edición Estándar (sólo el Disco 1, sin los archivos multimedia)
  • Edición HUM (Hágalo-Usted-Mismo, que es la Edición Estándar descargable y gratuita para quemar tu propio CD e imprimir tu propio sobre-carátula)
  • Edición Buhonero (mi propia versión pirata que no costará más de un dólar la copia)

Y aquí es donde me toca explicarles cómo y por qué saldré a la calle con la maletita, pero, como esta nota me ha quedado muy larga y ya debo continuar con una sesión en el estudio, les termino de contar en un par de días. Así les dejo la intriga...

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22 de abril de 2010

De cuando Jon Lord me hizo crecer

Chicho Tedesco, a quien llamo "mi baterista personal", me llamó una noche para pedirme ser el tecladista de Fireball, una banda que nace con el objeto de rendirle tributo a Deep Purple, la agrupación británica de rock y blues que ha sido de tan profunda influencia para muchos artistas a nivel mundial; y yo dudé en dar una respuesta afirmativa de inmediato, principalmente porque mi dedicación se concentra en todo lo que conlleva mi trabajo como solista, y por la sencilla razón de que yo no conocía el repertorio de DP (salvo los clásicos temas que ocasionalmente me consiguen a través de la radio). Sin saber de qué iba la música a nivel de ejecución, no podía determinar si estaba a mi alcance como instrumentista.

Chicho me mandó entonces algunos mp3s y, después de escucharlos, me dio el miedo ese que me gusta, el susto que comparo con aquel que siente alguien cuando se enamora y no tiene idea de cómo hacer para conquistar al ser amado. Escuché a DP con otro oído y me revivió una necesidad de descargar energías como las que ese rock clásico remueve. Pero se trataba de emular el trabajo que hace Jon Lord en un órgano Hammond, y nada parecido había hecho yo en mi vida. Me refiero a tocar como él y a tocar semejante instrumento.

Pero acepté participar, porque era un reto, una aventura personal, una locura suicida como músico porque quizás haría el ridículo en escena. Acepté porque me gusta trabajar con Chicho y porque me atraía hacerlo también con otros músicos venezolanos que había respetado a distancia: Alexis Peña, Nicky Scarola y Luis Sanabria. Acepté porque justo comentaba en esos días que echaba de menos la experiencia de ser parte de un grupo; eso de ser el centro de atención como solista suele abrumar y agobiar. Acepté porque prometía ser muy, muy divertido.

Llegó el primer ensayo y todo encajó. La química fue excelente y me sorprendió gratamente percibir un nivel homogéneo de talento, profesionalismo, motivación, buena vibra. Sólo toqué dos o tres temas esa vez, pero el resto tocó más canciones y quedé boquiabierto por la energía que había en esa sala.

Después comencé a escuchar las historias y anécdotas detrás del proyecto, antes de mi inclusión, y no podía creer que hubieran tenido tanta mala suerte hasta entonces. Habían probado con otros bateristas antes de quedar Chicho; habían tenido intentos frustrados con otros tecladistas, uno de los cuales se había fracturado una mano; también habían sufrido para dar con el bajista; y hasta un sismo había entorpecido su trabajo. Pero le dije a Nicky, quien ha estado a la cabeza de todo, que conmigo iban seguros, que no les fallaría.

Tres semanas después, les fallé. Mis compromisos se habían acumulado, las prioridades habían cambiado -hasta me habían robado un sintetizador a punta de pistola- y tuve que sacrificar a Fireball, con dolor y vergüenza porque sentía que defraudaba confianza y esperanzas en mí, y porque ya había una presentación pendiente para días después.

Aun así, Nicky me llamó a los meses para invitarme de nuevo, y una vez más quise intentarlo para sacarme el clavo y reivindicarme. Tal como dije, era una deuda que me quedaba pendiente y que quería saldar.

Pero al tiempo descubrí por qué tocar con Fireball estaba en mi destino. Aparte de la oportunidad de hacer nuevos amigos y de seguir comprobando que mi trabajo siempre es entretenido, entendí que mi desarrollo como artista no es en realidad un desafío que se origina en mí mismo. Nunca me ha motivado ser mejor por único orgullo personal y mientras menos aislado estoy, más me vienen de otras personas las razones para crecer.

Aprenderme las canciones de Deep Purple me obligó a tocar de una forma que nunca había probado, simplemente porque nunca me había visto obligado a hacerlo. Fue como aprender otra lengua. Al principio, me sentía muy inseguro, pero disfrutaba mucho el proceso de intentar algo nuevo (hacía años que no me gozaba tanto un repertorio ajeno). Luego descubrí que me había tardado mucho menos tiempo del esperado en montar los temas. Gané una confianza que nunca había sentido, porque siempre me he considerado básicamente un compositor, no un intérprete.

El reto vino de afuera: "Intenta tocar como Jon Lord".

Pero hay más. Mis canciones son retos que vienen de afuera también. Si no supiera que hay gente que me escucha y que tiene expectativas hacia lo que hago, no pensaría tanto a la hora de escribir un verso o de determinar un arreglo. Yo espero cosas mejores de los artistas musicales que sigo; supongo que esperan lo mismo de mí aquellos que me regalan la fortuna de su atención e interés. Como profesional, la "noción del otro" influye muchísimo en lo que hago. Entonces crezco porque otros lo esperan, crezco porque otros lo exigen, crezco porque acepto satisfacer lo que otros me demandan. Incluso puedo crecer al no hacer lo que los demás piden.

No me refiero a vivir sólo para el prójimo. La verdad es que todo crecimiento requiere interacción, y agradezco a Fireball y Jon Lord por estirarme el tamaño.
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8 de diciembre de 2009

Feliz vida nueva

Diciembre 31, 2008. Se acercaba la medianoche y el inicio de otro calendario. Podía imaginar lo que pensaba mucha gente. El instante en que todo el mundo quiere cambiar. El instante en que muchos se prometen algo fabuloso. Los minutos de amor y esperanza. Cohetes al cielo. Nube de pólvora. La energía de un rito anual que refuerza el reinicio.

Porque me tocó y porque así lo quise, yo me encontraba solo en casa, en pijama y en silencio, viviendo la ceremonia. Al dar las doce, hice pausa en un diseño que boceteaba para mi website y me asomé al balcón. Unas lágrimas, un beso a distancia a mi hijo a través del Atlántico, y una sonrisa porque podía ver que era real la diferencia. No me prometía cosas nuevas; ya las estaba viviendo.

Una noche de purificación que jamás olvidaré.

Hace unos años inicié un cambio radical de mi vida. Ahora son distintos mis paradigmas, mis creencias, mi fe en mí mismo, mi imagen de mí mismo, mi imagen de los demás, mi visión del sitio en donde estoy y del lugar adonde quiero ir. Ha cambiado lo que dejo entrar en cuerpo y mente. Han cambiado mis ritmos, mis rutinas, mis costumbres, mis manías, mis defectos, mis capacidades, mis promesas. Pasé de productor anónimo a ser escuchado y leído por miles de personas en el mundo. La mayor parte de la gente con la que estoy en contacto ahora es más desconocida y, aun así, más cercana. He desechado lo inútil, material e inmaterial; y he conocido lo que se siente cuando no se tiene nada. Me he alejado de quienes sólo toman y no dan; y he terminado relaciones tras descubrir que no puedo ofrecer ni recibir más nada bueno. Además, me he aislado en casa o en lugares muy remotos para meditar y vivir a plenitud la metamorfosis.

Un buen día, concluí sobre mí mismo algo que canta Paul McCartney en Yesterday: que ya yo no era ni la mitad del hombre que solía ser. Me había encogido. Lejos de crecer y evolucionar, estaba en realidad en paso retrógrado. En mi afán por tener más control de todo, había perdido el control de mí mismo y ya no era mi propio dueño. Mi guitarra quedó arrinconada y el escribir y grabar nuevas canciones era una tarea de menor prioridad en la agenda. La música que llegaba a hacer era de los demás. Los proyectos eran de otros. Los sueños que ayudaba a realizar eran ajenos. El miedo al fracaso que siempre había querido evitar les había quitado relevancia a mis anhelos. Había perdido la fe en mi desarrollo como artista y me había resignado a no sentirme realizado como quería. Ya no sabía quién era ni para qué estaba aquí. Lo bueno es que todo era más cómodo.

Pero la frustración y la insatisfacción me oscurecieron el carácter, afectaron mi manera de ser y me volvieron un Grinch; y había algo que me robaba toda posibilidad de mejorar:

el remordimiento

No quería seguir siendo responsable de la infelicidad que podía causar mi infelicidad; sin embargo, si quería cambiar todo de raíz y hacer lo que yo deseaba, debía estar consciente de la manera en que ello seguramente afectaría a la gente más directa y cotidianamente relacionada conmigo:

mi familia

Porque mi transformación requería sincerar muchas cosas, renunciar a muchas otras, y pasar por todo eso que menciono arriba y que la mayoría puede tildar de egoísta. Mi renovación implicaba un reajuste de responsabilidades, la amenaza del fracaso financiero y de la decepción en otros, lo abrumador que puede ser un nuevo comienzo con incertidumbre, las noches de soledad e insomnio, y el agobio que traen esos momentos de debilidad cuando quieres dejar todo como estaba antes.

Y la culpa que causa el remordimiento puede ocasionar algo más:

el autocastigo

Porque algunos hemos crecido pensando que es condenable ser individualistas y atender sólo lo propio, y esos pensamientos acosan y atentan. Se supone que no debemos hacer "lo que nos dé la gana" porque, de alguna manera, terminamos siendo "desconsiderados". Son ideas que entonces revierten en privaciones: una especie de pena para quien puede terminar creyendo que no merece nada por hacer algo repudiable. También pasé por eso. Dejé de ver a mis amigos, de comer mis galletas favoritas y de hacer cualquier cosa que pudiera significar disfrute; no sólo porque había prioridades más urgentes, sino porque la carencia parecía ser la única compensación a la manera en que yo sentía faltarles a los demás.

Los sacrificios no han sido en vano, pues ahora me he reconciliado conmigo mismo. Me siento más completo y en paz con mi vida, y ello me ayuda a ser mejor padre, mejor familia, mejor amigo, mejor profesional. Ahora sí veo que crezco y todo me va fluyendo de nuevo. Mi energía es otra y puedo verla reflejada en lo que hago con pasión y en el efecto positivo que eso causa en los demás.

Los cambios radicales aterran, sin duda. Tomen por ejemplo al adicto que teme la rehabilitación. Sabe que el síndrome de abstinencia lo puede matar. O a quien pierde de repente a la persona de la que depende. Yo, sin embargo, no temía en realidad. Siempre tuve fe en que lograría acercarme a lo que quiero ser, y siempre estuve dispuesto a soportar lo necesario. Sólo era la culpa mi freno. y esto sólo podía tener un remedio:

el perdón

Nadie desea cambiar para ser o estar peor, sino para todo lo contrario. Todos queremos sentirnos más a gusto, y ello jamás será pecado si nuestra intención no es afectar a los demás. Pero sí podemos afectarlos aun sin quererlo, y hay algo que puede ayudar a sobrellevar esta consecuencia:

el compromiso

a asumir
a desechar
a limpiarse
a vivir la incomodidad
a soportar
a ayudar
a avanzar
a lograrlo
a tener éxito
a ser feliz
a devolver esa felicidad
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16 de septiembre de 2009

Los comienzos sin final

Hace un par de días mi hijo comenzó a ir a la escuela y recordé cuando tiempo atrás quería caminar y me alzaba sus brazos para que yo le sirviera de apoyo. Anteayer me los alzó de nuevo porque quería que lo cargara y lo sacara de allí. No quería entrar a conocer maestra; no quería entrar a jugar aunque yo le hubiera prometido que eso haría. Era otra primera vez que lo aterraba, pero con suavidad le bajé los bracitos y le dije "Anda, ve a jugar y a aprender cosas nuevas con los niños, y luego me enseñas a mí". Lo que quería decirle era "Hijo, comienza".

¡Qué fácil es decirle a otro que comience!, sobre todo si es un niño pequeño que no argumenta excusas. Qué difícil es iniciar algo de adulto cuando eso que empezamos sólo depende de nosotros mismos. Siempre hay algo que atenta contra nuestro propósito de comenzar a pesar de que nada es en realidad capaz de detenernos. Siempre hay algo interno que nos traiciona con esos pensamientos saboteadores: "mejor espero", "cuando tenga plata", "cuando tenga más tiempo". Por eso me encanta el personaje de Forrest Gump, y quizás en estos días me siento como él en esa escena en que despide a su pequeño antes de subir éste al autobús escolar por primera vez en su vida.

La gran mayoría de nuestros comienzos tienen un final díficil de pronosticar con exactitud. Al iniciar la escuela, no sabemos si seremos biólogos, directores técnicos de una selección de fútbol, diseñadores o desertores escolares. Al comenzar con un nuevo empleo, no sabemos con exactitud cuánto duraremos en él, ni sabemos si será realmente la puerta que se abra a otras mejores oportunidades o la puerta que se cierre y nos aísle del avance. Igualmente, cuán impredecible puede ser una relación de pareja que nace.

Podemos tener un objetivo y a diario imaginarnos su logro como una manera de motivarnos, podemos aplicar los métodos que otros han probado para conseguir nuestras metas, podemos tener el conocimiento y el carácter necesarios; y descubrir luego que no es lo que esperábamos, que ya no es lo que queremos, que las maneras eran erradas, que una mala decisión nos cambió el curso, o que algo mucho más provechoso nos llegó sin preverlo. Hay una mínima dosis de caos que nos lo hace todo, si bien interesante, difícil de controlar a plenitud también.

Y los adultos queremos tener control de todo. Se supone que debemos tenerlo. Nos preparamos para evitar el azar, para comenzar en A y llegar a B siguiendo la línea más recta posible.

Pero los niños pequeños no piensan en llegar a B. Ni siquiera saben que están en A y no saben que están comenzando. Su pasado es breve y su futuro se limita a presentir la consecuencia inmediata de lo que en este momento están haciendo. Sin embargo, cada día es un inicio, una primera vez, una sorpresa, un descubrimiento, un paso más hacia B, hacia K, hacia P, hacia algún punto porque todos son posibles y no hay por qué pensar que alguno será malo.

Con esa ingenuidad de infante en kindergarden comencé a escribir este blog hace exactamente un año. Aunque mi motivación era clara, no pensé en continuidad ni en meta. No sabía si sería una actividad persistente ni sabía en qué iría a terminar mi propósito. Ni siquiera sabía que era el comienzo de algo que no veía. Ahora me he puesto a compilar todas estas notas en un gran archivo de texto para luego compartirlo como un e-book, y es sorprendente para mí que ya esté rondando las 200 páginas. Sin saberlo, hace un año empecé a escribir el libro que por muchísimo tiempo quise realizar. Increíble. Ahora me siento muy agradecido con quienes me han estado leyendo por ser esos expectadores omnipresentes que también motivan al artista en mí. He confirmado que, como bien dice una canción que me gusta mucho, "la finalidad de partir no es llegar".

Por supuesto, lo importante es que queramos partir y partamos; lo importante es que queramos comenzar y comencemos, aunque el final sea incierto.

(Dedicado a Dayana y a Chucho)
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12 de febrero de 2009

Diez claves para el éxito de un músico (primera parte)

A los artistas musicales a menudo se nos califica el nivel de éxito según el número de discos grabados, la frecuencia de nuestros conciertos y el tamaño de sus auditorios, los otros artistas que nos rodean, altos números de ventas, la cantidad de fans, la posición de una canción nuestra en carteleras de radio, e incluso cuánto se reproducen nuestros videos en YouTube y MTV. Además, se nos mide de acuerdo a nuestras apariciones en entrevistas de TV, las nominaciones y los premios recibidos, cuántas ciudades se suman a nuestras giras, y la cantidad de versiones que otros artistas hacen de nuestras melodías. Pero, para mí más importante aún, está también la simple medida de la satisfacción personal como prueba más inmediata de nuestros logros individuales.

No escribiría esto si no me sintiera exitoso. Sin duda habrá quien note en este momento de mi carrera que no soy recurrente en la televisión, ni en la radio, ni en las salas de concierto, ni en las listas de iTunes. No podría medirme con esas varas, pero sí me siento muy complacido con mis modestos logros, con lo que he alcanzado a nivel profesional de una manera anónima, con los nuevos amigos que han decidido acompañarme el camino y con el hecho de que ahora debo pasar horas respondiendo emails de quienes me expresan apoyo. Y el éxito también lo tienen muchos otros colegas a ese nivel esencial, en quienes he notado los siguientes elementos fundamentales que creo pueden ayudarnos a alcanzar lo que queramos, como creadores de música o simplemente como individuos que desean progresar.

1 Autoconocimiento: Es fundamental tener claro quiénes somos, qué deseamos, qué sabemos hacer y qué no, qué virtudes poseemos y qué debilidades nos limitan, qué tipo de personas preferimos tener alrededor, qué necesitamos mejorar, qué necesitamos afianzar, cómo nos percibe la gente y cómo deseamos ser percibidos. Saber quiénes somos y apreciar nuestras cualidades alimentan nuestra identidad y autoestima, nos dan mayor confianza en nosotros mismos y nos hacen merecedores y receptores de éxito. Si eres un cantante lírico que quiere interpretar canciones infantiles a ritmo de vallenato acompañado de ukulele en plazas públicas, porque es lo mejor que haces en la vida y quieres dedicarte a ello, celébralo y no esperes, cree en ti mismo y hazlo. Por otra parte, si sabes que no cantas bien y que eres un excelente timbalero, suelta el micrófono y afina los cueros, por favor.

2 Compromiso: Cuando queremos algo, sólo podemos alcanzarlo si dedicamos nuestra concentración y nuestros actos a ello. Es un matrimonio con la meta; es lo que motiva la constancia y evita que nos desviemos de nuestro propósito. Al comprometernos con nuestro ideal, hacemos lo posible por priorizar, planificar, practicar la virtud de la disciplina. Es casi matemático: si nos dedicamos a medias, las cosas nos saldrán a medias; si no nos compremetemos por entero, incompleto será lo que logremos, y eso sólo puede llevar a la frustración. ¿Quieres tocar en la sinfónica nacional? Deja ese empleo como mariachi. Y tú, ¿quieres ser mariachi? Deja de ser abogado. ¿Que la plata no alcanza y necesitas un empleo extra? Búscate dos como mariachi.

3 Recursos: Nuestras limitaciones se superan con recursos, mentales, humanos y materiales. La creatividad es una herramienta imprescindible, no sólo para darles vida a composiciones e interpretaciones musicales, sino también para resolver problemas e idear estrategias de promoción, por ejemplo. La paciencia también ayuda y, si no la tenemos, debemos desarrollarla. Igualmente la capacidad de negociar o de simplemente usar una computadora para configurar un perfil en Facebook, el cual también es un recurso. Todo talento es una herramienta también, lo sabemos, y si aparte del obvio don musical, hay otros necesarios que no poseemos, hay que desarrollarlos o recurrir a quien sí los tiene. Por supuesto, también necesitamos dinero, instrumentos, salas de ensayo, técnicos, contadores, publicistas; la lista la conocemos. El asunto es que, si sabes lo que necesitas, debes tenerlo: y si confías en lo que eres y estás comprometido con lo que anhelas, seguramente harás lo posible para conseguirlo. Se supera quien aumenta sus propios recursos a todo nivel.

4 Adaptabilidad: Como reza el dicho, la única constante es el cambio. En realidad, nunca seremos los mismos. Nuestros gustos varían; nuestras necesidades llegan a ser otras; la gente con la que trabajamos puede seguir otro camino; nos casamos o divorciamos; llegamos a ser padres y a perder gente muy importante en nuestras vidas; sufrimos experiencias traumáticas que pueden llegar a anularnos y podemos de repente adoptar creencias completamente distintas. Y todo esto les pasa también a aquellos a quienes dedicamos lo que hacemos: nuestro público o nuestro mercado, como se quiera ver. La tecnología avanza; nuestras máquinas se deterioran y vuelven obsoletas; el reggaetón puede pasar de moda y cederle su lugar al "bolerón" o al "rock-and-rolletón"; la gente dejará de comprar CDs y la música simplemente volará todo el tiempo por el aire esperando a que alguien la capte en su super-smart-phone de séptima generación. Todo campo profesional sigue ese principio darwiniano de evolución del más apto, y ello exige capacidad de adaptación sin dejar de ser la misma especie. Adaptarse al cambio no implica volverse como los demás, sino seguir siendo quienes somos en esencia después del ajuste. Y para adaptarnos, necesitamos identidad y recursos. ¿Eres especie en extinción?

5 Movimiento y reposo: Obvio, para tener éxito hay que trabajar, actuar, hacer, echarle ganas, correr incluso. Pero es mentira que la gente exitosa sólo trabaja y trabaja. Después de largas horas de grabación, dedos ampollados o un posible síndrome del túnel carpiano, hay que relajarse y disfrutar de la música que hemos creado. Después de sudar en el escenario, hay que parar y gozar el aplauso. Después de una gira, hay que pasear en la montaña, jugar a la pelota con un niño, ver el mar con amigos y familiares, o realizar esa fantasía de hacer el amor a luz de luna. Y debe ser un reposo total que repone, que ayuda a asimilar lo que se ha hecho, que facilita la autoevaluación, la recarga de energía y metas. No debe ser un reposo con culpa por no estar haciendo nada. Exhaustos, aislados y sin el aliciente de otras satisfacciones en la vida, no podremos sentirnos plenos y felices. Alguien infeliz no puede ser productivo y exitoso.

Así que ahora me voy a reposar. En mi próxima nota explicaré los otros cinco elementos que necesitamos para crecer aún más profesionalmente, que parecen extrapolarse a cualquier campo y que sin duda pueden complementarse con otros que ustedes consideren pertinentes. Ah, y hablando de música, ¿ya han escuchado la mía? ¿Aún no? ¿Cómo va a ser?
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