luiser en youtube

Mostrando las entradas con la etiqueta Chicho Tedesco. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Chicho Tedesco. Mostrar todas las entradas

22 de julio de 2010

Luiser ya es cuarteto

Yo aún me partía el coco tratando de dar con un bajista que también pudiera tocar guitarras, teclados y cantar, para sumarlo a la conformación de mi banda. Tenía que ser alguien con profesionalismo, versatilidad, mucha buena vibra, digno de confianza y con un amor creciente hacia lo que quiero mostrar musicalmente.

Y cuando ya estaba maquinando arreglos para un trío -para defender las canciones junto a Maythe Guedes y Chicho Tedesco-, recibí un peculiar mensaje a través de MySpace, que concluía con estas líneas:

Si el momento lo requiere, y el tiempo y el espacio se confabulan para ello, cuenta conmigo para acompañarte en la aventura de tocar tu música para otros.

Era Juan Carlos De La Cruz mostrando su disposición en un mensaje muy elocuente en el que me cuenta que llevaba tiempo identificándose con mis escritos en este blog y escuchando mis temas. Y lo que me expresó me halagó y entusiasmó mucho. Sabiendo de su experiencia, de la admiración que inspira en muchos colegas, y percibiendo su excelente ánimo, enseguida le respondí que probáramos juntos con la música.

Maythe se alegró de inmediato al saberlo, porque ya antes había trabajado con Juan Carlos y ya antes había pensado que era la opción perfecta. Y Chicho se contentó también porque tenía sus dudas respecto a la posibilidad de que los arreglos sonaran bien a trío.

Anoche nos encerramos los cuatro por primera vez en un estudio y nos aventuramos con canciones como Diferentes memorias y Grito y silencio. A pesar de las torpezas típicas de quienes están aprendiendo a bailar juntos, y de una gastritis que casi vuelve ausente a Juan Carlos, pude sentir la emoción que me da cuando veo magia naciendo. Ahí estaba la energía combinada con el nerviosismo (mi música antes se tocaba con seis músicos); la alegría mezclada con el respeto mutuo, y la evidencia tangible de que sí parece posible el sueño.

Es cuando vuelvo a recordar la fortuna y lo mucho que me honra que otros se unan a tocar lo que alguna vez pasó de pensamiento a música en la intimidad de mi habitación. Gracias, Maythe. Gracias, Chicho. Gracias, Juan Carlos.
Notas relacionadas:

22 de abril de 2010

De cuando Jon Lord me hizo crecer

Chicho Tedesco, a quien llamo "mi baterista personal", me llamó una noche para pedirme ser el tecladista de Fireball, una banda que nace con el objeto de rendirle tributo a Deep Purple, la agrupación británica de rock y blues que ha sido de tan profunda influencia para muchos artistas a nivel mundial; y yo dudé en dar una respuesta afirmativa de inmediato, principalmente porque mi dedicación se concentra en todo lo que conlleva mi trabajo como solista, y por la sencilla razón de que yo no conocía el repertorio de DP (salvo los clásicos temas que ocasionalmente me consiguen a través de la radio). Sin saber de qué iba la música a nivel de ejecución, no podía determinar si estaba a mi alcance como instrumentista.

Chicho me mandó entonces algunos mp3s y, después de escucharlos, me dio el miedo ese que me gusta, el susto que comparo con aquel que siente alguien cuando se enamora y no tiene idea de cómo hacer para conquistar al ser amado. Escuché a DP con otro oído y me revivió una necesidad de descargar energías como las que ese rock clásico remueve. Pero se trataba de emular el trabajo que hace Jon Lord en un órgano Hammond, y nada parecido había hecho yo en mi vida. Me refiero a tocar como él y a tocar semejante instrumento.

Pero acepté participar, porque era un reto, una aventura personal, una locura suicida como músico porque quizás haría el ridículo en escena. Acepté porque me gusta trabajar con Chicho y porque me atraía hacerlo también con otros músicos venezolanos que había respetado a distancia: Alexis Peña, Nicky Scarola y Luis Sanabria. Acepté porque justo comentaba en esos días que echaba de menos la experiencia de ser parte de un grupo; eso de ser el centro de atención como solista suele abrumar y agobiar. Acepté porque prometía ser muy, muy divertido.

Llegó el primer ensayo y todo encajó. La química fue excelente y me sorprendió gratamente percibir un nivel homogéneo de talento, profesionalismo, motivación, buena vibra. Sólo toqué dos o tres temas esa vez, pero el resto tocó más canciones y quedé boquiabierto por la energía que había en esa sala.

Después comencé a escuchar las historias y anécdotas detrás del proyecto, antes de mi inclusión, y no podía creer que hubieran tenido tanta mala suerte hasta entonces. Habían probado con otros bateristas antes de quedar Chicho; habían tenido intentos frustrados con otros tecladistas, uno de los cuales se había fracturado una mano; también habían sufrido para dar con el bajista; y hasta un sismo había entorpecido su trabajo. Pero le dije a Nicky, quien ha estado a la cabeza de todo, que conmigo iban seguros, que no les fallaría.

Tres semanas después, les fallé. Mis compromisos se habían acumulado, las prioridades habían cambiado -hasta me habían robado un sintetizador a punta de pistola- y tuve que sacrificar a Fireball, con dolor y vergüenza porque sentía que defraudaba confianza y esperanzas en mí, y porque ya había una presentación pendiente para días después.

Aun así, Nicky me llamó a los meses para invitarme de nuevo, y una vez más quise intentarlo para sacarme el clavo y reivindicarme. Tal como dije, era una deuda que me quedaba pendiente y que quería saldar.

Pero al tiempo descubrí por qué tocar con Fireball estaba en mi destino. Aparte de la oportunidad de hacer nuevos amigos y de seguir comprobando que mi trabajo siempre es entretenido, entendí que mi desarrollo como artista no es en realidad un desafío que se origina en mí mismo. Nunca me ha motivado ser mejor por único orgullo personal y mientras menos aislado estoy, más me vienen de otras personas las razones para crecer.

Aprenderme las canciones de Deep Purple me obligó a tocar de una forma que nunca había probado, simplemente porque nunca me había visto obligado a hacerlo. Fue como aprender otra lengua. Al principio, me sentía muy inseguro, pero disfrutaba mucho el proceso de intentar algo nuevo (hacía años que no me gozaba tanto un repertorio ajeno). Luego descubrí que me había tardado mucho menos tiempo del esperado en montar los temas. Gané una confianza que nunca había sentido, porque siempre me he considerado básicamente un compositor, no un intérprete.

El reto vino de afuera: "Intenta tocar como Jon Lord".

Pero hay más. Mis canciones son retos que vienen de afuera también. Si no supiera que hay gente que me escucha y que tiene expectativas hacia lo que hago, no pensaría tanto a la hora de escribir un verso o de determinar un arreglo. Yo espero cosas mejores de los artistas musicales que sigo; supongo que esperan lo mismo de mí aquellos que me regalan la fortuna de su atención e interés. Como profesional, la "noción del otro" influye muchísimo en lo que hago. Entonces crezco porque otros lo esperan, crezco porque otros lo exigen, crezco porque acepto satisfacer lo que otros me demandan. Incluso puedo crecer al no hacer lo que los demás piden.

No me refiero a vivir sólo para el prójimo. La verdad es que todo crecimiento requiere interacción, y agradezco a Fireball y Jon Lord por estirarme el tamaño.
____________
Notas relacionadas:

27 de mayo de 2009

Luiser ya es trío

Aunque me llaman "solista", en realidad prefiero subirme a un escenario con otros músicos que me acompañen porque, primero, necesito esa energía que me atrevo a comparar con la que deben sentir los deportistas que juegan en equipo o los bailarines que realizan coreografías en grupo; segundo, porque mis canciones me gustan más cuando se interpretan a varios instrumentos; tercero, es más gratificante compartir el éxito de un show; y, cuarto, mi terror escénico se atenúa.

Pero sólo me gusta tocar con amigos que adoptan mis temas como suyos también y que hacen del ensayo, la discusión, el viaje, la prueba de sonido y el imprevisto en tarima una experiencia entre personas que disfrutan mucho estar juntas. Y muchas de esas amistades que me han honrado como acompañantes o que pudieran darme el privilegio de unir su musicalidad a la mía, se encuentran ahora más apartadas geográficamente.

Por un tiempo fui postergando -más bien evitando- el proceso de tener que someter a otros músicos a ese estudio analítico de quien busca la pareja ideal, hasta ahora, que es cuando las ganas de hacer conciertos me han vuelto con más fuerza que nunca, y cuando mucha más gente me pide a diario que lo haga.

El asunto es que desde hace mucho quería reducir la banda a un quinteto y esto implicaba conseguir a una mujer que cantara y tocara la guitarra, el teclado y algo de percusión menor, un capricho mío de siempre no muy fácil de satisfacer porque alguien así no es muy común. Pero me encontré a Maythe Guedes en Facebook y al tiempo terminé preguntándome cómo no la había invitado antes a acompañarme. Aparte de la expresiva y versátil voz que posee (de hecho, es una experimentada actriz de doblaje también), Maythe sabe decir cosas con una guitarra, es compositora, está grabando su propio disco y ha trabajado con gente con la que yo también he trabajado. Por otra parte, es un encanto de persona que ya conocía y apreciaba algo de mi música cuando le propuse tocar conmigo. Por suerte, aceptó con ese gran entusiasmo que tanto agradezco tener cerca y por fin pude yo decir "Ya somos dos".

Un par de semanas después, me llamó Francisco "Chicho" Tedesco para felicitarme por mi cumpleaños y la ocasión no podía ser más propicia: "Pana, estoy armando una nueva banda y, antes de buscar a otra persona, tenía que preguntarte a ti primero si quieres darle a la batería conmigo". Chicho, un gran amigo mío de hace más de 20 años, tocó la batería en mi primer disco, Morfeo, y juntos nos habíamos lanzado a muchas otras aventuras musicales. Tiene la virtud de dar todo de sí mismo cuando siente y cree en la música que toca, es prácticamente una institución en el circuito musical de Caracas, tiene la virtud de la sencillez y el don de la colaboración creativa, sabe mantener en ritmo mi tendencia a acelerarme, ¡y le encantan mis canciones! A mi pregunta, respondió con un rápido y emocionado "Cuenta conmigo".

Ahora somos tres y ya nos pican las manos por las ganas de iniciar los ensayos. Sin embargo, aún necesito conseguir a un bajista que domine un cinco cuerdas y cante, y a un guitarrista principal/corista que también se defienda con las teclas. La búsqueda continúa, pero me alegra poder decir que ¡ya somos un trío!
____________
Notas relacionadas:
Related Posts with Thumbnails