Hay una contradicción de fondo que desmerita por completo este esfuerzo. Un verdadero artista INDEPENDIENTE (y cualquier profesional similar en cualquier área), nunca, nunca puede ser sindicalista.
Primero, una verdadera independencia económica lograda con esfuerzo y buen manejo de una carrera (en el oficio al que te dediques), no te sumerge en la necesidad de verte protegido por un gobierno, por subsidios, tarifas reguladas, escalas de sueldo, descuentos en hospitales, ayuditas, donaciones, y todo lo que siempre terminan mendigando los sindicatos en Venezuela.
Segundo, una independencia ideológica y creativa que, por cierto, es lo que siempre debe guiar a un artista auténtico y fiel a sus propósitos, no puede volvernos sumisos al designio de una contienda electoral. Eres artista genuino mande quien mande, y logras el apoyo y el respeto de tu público por lo que sabes dar y hacer bien, no por lo que pides, no por lo que esperas a cambio, no por lo que crees merecer por tu sacrificio como trabajador social.
Es limitante esa perenne posición de que no ganamos lo suficiente, de que somos objeto de abuso casi esclavizante y de que no nos valoran, al punto de que siempre es otro el culpable de nuestra suerte y es inevitable pedir apoyo. Si eres un buen artista que inspira y logra hacer una labor social entreteniendo y haciéndoles más llevadera la vida a quienes no tienen ese particular talento tuyo, no tienes por qué provocar lástima; simplemente gánate y cobra el dinero que necesitas para vivir, y AHORRA. Luego, cómprate tú el seguro de vida y hospitalización; e invierte tú mismo en un fondo de jubilación; y págate tú sól@ la cirugía estética o el gimnasio; y usa tus neuronas o las de cualquiera que esté más preparado para diversificar tus posibilidades de ingreso, progreso y prosperidad.
En lugar de seguir fundando agrupaciones gremiales que terminan arrodilladas ante una revolución de panfletos, la sociedad necesita más escuelas de emprendedores que formen profesionales INDEPENDIENTES; es decir, que NO DEPENDAN de otros para crecer, que desarrollen un nivel de libertad que los vuelvan indiferentes a situaciones coyunturales como las políticas y económicas. Cuando eso sea realmente la norma, Venezuela habrá por fin llegado al siglo 21.
Sé lo que digo porque llegué a conocer el hambre como artista. Sé lo que es tener que contar centavos y sentirse desvalido y necesitado. Y celebro no haber recurrido a una institución gubernamental para crecer y avanzar. Siempre me apoyé en lo que sé y puedo dar. Es por eso que "esto" en el video no es más que demagogia electoral. Triste, porque es muy, muy contradictorio y absurdo.
Hay que cambiar.
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