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9 de enero de 2015

Música en tiempos de crisis (en Venezuela)

Días en que un músico que crea y comparte canciones como yo, se cuestiona la relevancia y la prioridad de lo que hace. Es un estado de parálisis en el que me veo a mí mismo y a otros colegas en Venezuela porque todos nos encontramos igualmente abrumados por una realidad de la que nadie aquí puede escapar.

Hoy es virtualmente imposible salir de esta tierra de manera espontánea porque las aerolíneas internacionales están peleadas por dinero con el gobierno y redujeron sustancialmente el número de vuelos; y ya no es práctico y rentable para productores de shows en el exterior llevarme a tocar. Además, es común ver anuncios de reembolso de dinero por unas pocas entradas a espectáculos que no logran atraer público y se cancelan o posponen, no porque la gente no quiera ir, sino porque, repito, las prioridades son otras en un país ahogado en inflación y devaluación históricas, y los productores ya no pueden perder más dinero.

8 de diciembre de 2009

Feliz vida nueva

Diciembre 31, 2008. Se acercaba la medianoche y el inicio de otro calendario. Podía imaginar lo que pensaba mucha gente. El instante en que todo el mundo quiere cambiar. El instante en que muchos se prometen algo fabuloso. Los minutos de amor y esperanza. Cohetes al cielo. Nube de pólvora. La energía de un rito anual que refuerza el reinicio.

Porque me tocó y porque así lo quise, yo me encontraba solo en casa, en pijama y en silencio, viviendo la ceremonia. Al dar las doce, hice pausa en un diseño que boceteaba para mi website y me asomé al balcón. Unas lágrimas, un beso a distancia a mi hijo a través del Atlántico, y una sonrisa porque podía ver que era real la diferencia. No me prometía cosas nuevas; ya las estaba viviendo.

Una noche de purificación que jamás olvidaré.

Hace unos años inicié un cambio radical de mi vida. Ahora son distintos mis paradigmas, mis creencias, mi fe en mí mismo, mi imagen de mí mismo, mi imagen de los demás, mi visión del sitio en donde estoy y del lugar adonde quiero ir. Ha cambiado lo que dejo entrar en cuerpo y mente. Han cambiado mis ritmos, mis rutinas, mis costumbres, mis manías, mis defectos, mis capacidades, mis promesas. Pasé de productor anónimo a ser escuchado y leído por miles de personas en el mundo. La mayor parte de la gente con la que estoy en contacto ahora es más desconocida y, aun así, más cercana. He desechado lo inútil, material e inmaterial; y he conocido lo que se siente cuando no se tiene nada. Me he alejado de quienes sólo toman y no dan; y he terminado relaciones tras descubrir que no puedo ofrecer ni recibir más nada bueno. Además, me he aislado en casa o en lugares muy remotos para meditar y vivir a plenitud la metamorfosis.

Un buen día, concluí sobre mí mismo algo que canta Paul McCartney en Yesterday: que ya yo no era ni la mitad del hombre que solía ser. Me había encogido. Lejos de crecer y evolucionar, estaba en realidad en paso retrógrado. En mi afán por tener más control de todo, había perdido el control de mí mismo y ya no era mi propio dueño. Mi guitarra quedó arrinconada y el escribir y grabar nuevas canciones era una tarea de menor prioridad en la agenda. La música que llegaba a hacer era de los demás. Los proyectos eran de otros. Los sueños que ayudaba a realizar eran ajenos. El miedo al fracaso que siempre había querido evitar les había quitado relevancia a mis anhelos. Había perdido la fe en mi desarrollo como artista y me había resignado a no sentirme realizado como quería. Ya no sabía quién era ni para qué estaba aquí. Lo bueno es que todo era más cómodo.

Pero la frustración y la insatisfacción me oscurecieron el carácter, afectaron mi manera de ser y me volvieron un Grinch; y había algo que me robaba toda posibilidad de mejorar:

el remordimiento

No quería seguir siendo responsable de la infelicidad que podía causar mi infelicidad; sin embargo, si quería cambiar todo de raíz y hacer lo que yo deseaba, debía estar consciente de la manera en que ello seguramente afectaría a la gente más directa y cotidianamente relacionada conmigo:

mi familia

Porque mi transformación requería sincerar muchas cosas, renunciar a muchas otras, y pasar por todo eso que menciono arriba y que la mayoría puede tildar de egoísta. Mi renovación implicaba un reajuste de responsabilidades, la amenaza del fracaso financiero y de la decepción en otros, lo abrumador que puede ser un nuevo comienzo con incertidumbre, las noches de soledad e insomnio, y el agobio que traen esos momentos de debilidad cuando quieres dejar todo como estaba antes.

Y la culpa que causa el remordimiento puede ocasionar algo más:

el autocastigo

Porque algunos hemos crecido pensando que es condenable ser individualistas y atender sólo lo propio, y esos pensamientos acosan y atentan. Se supone que no debemos hacer "lo que nos dé la gana" porque, de alguna manera, terminamos siendo "desconsiderados". Son ideas que entonces revierten en privaciones: una especie de pena para quien puede terminar creyendo que no merece nada por hacer algo repudiable. También pasé por eso. Dejé de ver a mis amigos, de comer mis galletas favoritas y de hacer cualquier cosa que pudiera significar disfrute; no sólo porque había prioridades más urgentes, sino porque la carencia parecía ser la única compensación a la manera en que yo sentía faltarles a los demás.

Los sacrificios no han sido en vano, pues ahora me he reconciliado conmigo mismo. Me siento más completo y en paz con mi vida, y ello me ayuda a ser mejor padre, mejor familia, mejor amigo, mejor profesional. Ahora sí veo que crezco y todo me va fluyendo de nuevo. Mi energía es otra y puedo verla reflejada en lo que hago con pasión y en el efecto positivo que eso causa en los demás.

Los cambios radicales aterran, sin duda. Tomen por ejemplo al adicto que teme la rehabilitación. Sabe que el síndrome de abstinencia lo puede matar. O a quien pierde de repente a la persona de la que depende. Yo, sin embargo, no temía en realidad. Siempre tuve fe en que lograría acercarme a lo que quiero ser, y siempre estuve dispuesto a soportar lo necesario. Sólo era la culpa mi freno. y esto sólo podía tener un remedio:

el perdón

Nadie desea cambiar para ser o estar peor, sino para todo lo contrario. Todos queremos sentirnos más a gusto, y ello jamás será pecado si nuestra intención no es afectar a los demás. Pero sí podemos afectarlos aun sin quererlo, y hay algo que puede ayudar a sobrellevar esta consecuencia:

el compromiso

a asumir
a desechar
a limpiarse
a vivir la incomodidad
a soportar
a ayudar
a avanzar
a lograrlo
a tener éxito
a ser feliz
a devolver esa felicidad
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Notas relacionadas:

12 de febrero de 2009

Diez claves para el éxito de un músico (primera parte)

A los artistas musicales a menudo se nos califica el nivel de éxito según el número de discos grabados, la frecuencia de nuestros conciertos y el tamaño de sus auditorios, los otros artistas que nos rodean, altos números de ventas, la cantidad de fans, la posición de una canción nuestra en carteleras de radio, e incluso cuánto se reproducen nuestros videos en YouTube y MTV. Además, se nos mide de acuerdo a nuestras apariciones en entrevistas de TV, las nominaciones y los premios recibidos, cuántas ciudades se suman a nuestras giras, y la cantidad de versiones que otros artistas hacen de nuestras melodías. Pero, para mí más importante aún, está también la simple medida de la satisfacción personal como prueba más inmediata de nuestros logros individuales.

No escribiría esto si no me sintiera exitoso. Sin duda habrá quien note en este momento de mi carrera que no soy recurrente en la televisión, ni en la radio, ni en las salas de concierto, ni en las listas de iTunes. No podría medirme con esas varas, pero sí me siento muy complacido con mis modestos logros, con lo que he alcanzado a nivel profesional de una manera anónima, con los nuevos amigos que han decidido acompañarme el camino y con el hecho de que ahora debo pasar horas respondiendo emails de quienes me expresan apoyo. Y el éxito también lo tienen muchos otros colegas a ese nivel esencial, en quienes he notado los siguientes elementos fundamentales que creo pueden ayudarnos a alcanzar lo que queramos, como creadores de música o simplemente como individuos que desean progresar.

1 Autoconocimiento: Es fundamental tener claro quiénes somos, qué deseamos, qué sabemos hacer y qué no, qué virtudes poseemos y qué debilidades nos limitan, qué tipo de personas preferimos tener alrededor, qué necesitamos mejorar, qué necesitamos afianzar, cómo nos percibe la gente y cómo deseamos ser percibidos. Saber quiénes somos y apreciar nuestras cualidades alimentan nuestra identidad y autoestima, nos dan mayor confianza en nosotros mismos y nos hacen merecedores y receptores de éxito. Si eres un cantante lírico que quiere interpretar canciones infantiles a ritmo de vallenato acompañado de ukulele en plazas públicas, porque es lo mejor que haces en la vida y quieres dedicarte a ello, celébralo y no esperes, cree en ti mismo y hazlo. Por otra parte, si sabes que no cantas bien y que eres un excelente timbalero, suelta el micrófono y afina los cueros, por favor.

2 Compromiso: Cuando queremos algo, sólo podemos alcanzarlo si dedicamos nuestra concentración y nuestros actos a ello. Es un matrimonio con la meta; es lo que motiva la constancia y evita que nos desviemos de nuestro propósito. Al comprometernos con nuestro ideal, hacemos lo posible por priorizar, planificar, practicar la virtud de la disciplina. Es casi matemático: si nos dedicamos a medias, las cosas nos saldrán a medias; si no nos compremetemos por entero, incompleto será lo que logremos, y eso sólo puede llevar a la frustración. ¿Quieres tocar en la sinfónica nacional? Deja ese empleo como mariachi. Y tú, ¿quieres ser mariachi? Deja de ser abogado. ¿Que la plata no alcanza y necesitas un empleo extra? Búscate dos como mariachi.

3 Recursos: Nuestras limitaciones se superan con recursos, mentales, humanos y materiales. La creatividad es una herramienta imprescindible, no sólo para darles vida a composiciones e interpretaciones musicales, sino también para resolver problemas e idear estrategias de promoción, por ejemplo. La paciencia también ayuda y, si no la tenemos, debemos desarrollarla. Igualmente la capacidad de negociar o de simplemente usar una computadora para configurar un perfil en Facebook, el cual también es un recurso. Todo talento es una herramienta también, lo sabemos, y si aparte del obvio don musical, hay otros necesarios que no poseemos, hay que desarrollarlos o recurrir a quien sí los tiene. Por supuesto, también necesitamos dinero, instrumentos, salas de ensayo, técnicos, contadores, publicistas; la lista la conocemos. El asunto es que, si sabes lo que necesitas, debes tenerlo: y si confías en lo que eres y estás comprometido con lo que anhelas, seguramente harás lo posible para conseguirlo. Se supera quien aumenta sus propios recursos a todo nivel.

4 Adaptabilidad: Como reza el dicho, la única constante es el cambio. En realidad, nunca seremos los mismos. Nuestros gustos varían; nuestras necesidades llegan a ser otras; la gente con la que trabajamos puede seguir otro camino; nos casamos o divorciamos; llegamos a ser padres y a perder gente muy importante en nuestras vidas; sufrimos experiencias traumáticas que pueden llegar a anularnos y podemos de repente adoptar creencias completamente distintas. Y todo esto les pasa también a aquellos a quienes dedicamos lo que hacemos: nuestro público o nuestro mercado, como se quiera ver. La tecnología avanza; nuestras máquinas se deterioran y vuelven obsoletas; el reggaetón puede pasar de moda y cederle su lugar al "bolerón" o al "rock-and-rolletón"; la gente dejará de comprar CDs y la música simplemente volará todo el tiempo por el aire esperando a que alguien la capte en su super-smart-phone de séptima generación. Todo campo profesional sigue ese principio darwiniano de evolución del más apto, y ello exige capacidad de adaptación sin dejar de ser la misma especie. Adaptarse al cambio no implica volverse como los demás, sino seguir siendo quienes somos en esencia después del ajuste. Y para adaptarnos, necesitamos identidad y recursos. ¿Eres especie en extinción?

5 Movimiento y reposo: Obvio, para tener éxito hay que trabajar, actuar, hacer, echarle ganas, correr incluso. Pero es mentira que la gente exitosa sólo trabaja y trabaja. Después de largas horas de grabación, dedos ampollados o un posible síndrome del túnel carpiano, hay que relajarse y disfrutar de la música que hemos creado. Después de sudar en el escenario, hay que parar y gozar el aplauso. Después de una gira, hay que pasear en la montaña, jugar a la pelota con un niño, ver el mar con amigos y familiares, o realizar esa fantasía de hacer el amor a luz de luna. Y debe ser un reposo total que repone, que ayuda a asimilar lo que se ha hecho, que facilita la autoevaluación, la recarga de energía y metas. No debe ser un reposo con culpa por no estar haciendo nada. Exhaustos, aislados y sin el aliciente de otras satisfacciones en la vida, no podremos sentirnos plenos y felices. Alguien infeliz no puede ser productivo y exitoso.

Así que ahora me voy a reposar. En mi próxima nota explicaré los otros cinco elementos que necesitamos para crecer aún más profesionalmente, que parecen extrapolarse a cualquier campo y que sin duda pueden complementarse con otros que ustedes consideren pertinentes. Ah, y hablando de música, ¿ya han escuchado la mía? ¿Aún no? ¿Cómo va a ser?
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