Iba a seguir la historia hace un rato, pero el cansancio de medianoche me llevó a la cama y a revisar mensajes en mi teléfono. Fue cuando vi el saludo de Guillermo desde Florida y, después de hablarnos brevemente, me animé a tomar la laptop y escribir.
El 18 de marzo pasado celebró su cumpleaños y no pude acercarme al sitio en que
mánagers, gente de producción y amigos cercanos festejarían con él, porque ese día estaba yo más de papá, compartiendo un necesario y largo rato con mi hijo. Dos días después, el 20, le tocaba a mi pequeño celebrar su día natal y mi presencia se invirtió, pues era fecha de concierto con Guillermo, y apenas tuve chance de abrazar y saludar a mi niño por unos breves segundos al verlo justo antes de entrar a su salón de clases en la mañana. El resto del día lo dediqué a acompañar a Dávila en la siguiente presentación de la gira "Un ídolo es para siempre", esta vez en San Antonio de los Altos, una urbe satélite de Caracas.