Fue un mayo de 1998. Me llamaron para hacer de extra porque querían a unos músicos reales en una escena particular, y yo me dije "Vamos a hacer algo diferente; puede ser divertido". Olvidé algo que detesto, eso de doblar ante una cámara. Ya lo había hecho antes en TV y me parecía algo risible, porque es como jugar a que haces lo mismo que suena en la pista grabada, sólo que no aciertas en un 100% y por eso el músico que dobla parece inexperto aunque sea un maestro. Bueno, esa vez lo pasé por alto porque se trataba de cine, con actores, en otro contexto y quería hacer algo distinto.
La escenografía era un club nocturno real, un sitio elegante de esa época en Caracas. No recuerdo el nombre, pero sí recuerdo que en ese mismo sitio había acompañado a Trina Medina unos meses antes, junto a Nené Quintero, el mismo percusionista que aparece a mi lado en la escena cinematográfica. Cuando vi que él también estaría, me causó gracia la coincidencia y ver que Henrique Lazo, el director de Borrón y cuenta nueva, la película en cuestión, obviamente quería que los músicos de la toma fueran reales (es difícil no reconocer a Nené como tal, y Henrique también tiene una historia musical que lo hace respetar el detalle). Luego descubrí que el bajista sería Gerardo Chacón, otro músico con quien compartí tablas junto a Trina; y que el guitarrista sería Daniel Guerón, un pana que ya conocía en el medio. La música que "tocaríamos" sería una canción de Frank Quintero a ritmo de bolero. De nuevo, yo medio rockero, tocando algo que no tiene que ver conmigo. Me daba risa.
Y el día sin duda fue entretenido, ahí compartiendo el mismo espacio y la misma espera entre toma y toma con gente que uno ve lejana, Gustavo Rodríguez, Flavio Caballero, Mimí Lazo, Carlos Mata; Carolina Perpetuo frente a mí y el colombiano Marcelo Cezán a unos metros.
El tiempo muerto mientras se cambiaba una cámara de posición o se ajustaban unas luces podía ser aburridísimo, pero Henrique siempre se nos acercaba, a los músicos, y comenzaba a contarnos una serie de anécdotas loquísimas que nos divertían de lo mejor. El tipo es indiscutiblemente un personaje de admiración, un artista que se quedó joven para siempre. En ese sitio, lo llamativo no parecía ser los famosos actores, sino el peculiar director.
La escena está aquí abajo. Ubíquenla a los 2 minutos 46 segundos. Se pueden reír.
____________
Notas relacionadas:
- De cuando canté con Jon Anderson
- De cuando defendí a Ilan Chester en la TV
- De cuando le canté "Diferentes memorias" a Ricardo Montaner
- De cuando Jon Lord me hizo crecer
- De cuando Claudio Corsi me llevó a Viña del Mar
- De cuando el jurado de Latin American Idol me invitó a cenar
- De cuando Carlos Jaeger me hizo cantar jazz
- De cuando Trina Medina me echaba salsa encima